En el año 2009 en España 632 personas fallecieron a consecuencia de un accidente laboral. Esto quiere decir, recogiendo los datos aparecidos en el último informe de siniestralidad laboral publicado por el Ministerio de Trabajo e Inmigración, que por cada 100.000 trabajadores 4.2 perdieron su vida por el simple hecho de trabajar. Si tenemos en cuenta que en el año 1997 eran 10.1 de cada 100000 los trabajadores que fallecían como consecuencia de un accidente laboral, es evidente que la transposición a nuestro ordenamiento jurídico de las directrices y exigencias establecidas por las Directivas de la Unión Europea en materia de Seguridad y Salud Laboral, han favorecido esta reducción de la siniestralidad laboral.
Por otra parte, resulta inquietante comprobar como en el año 2009 disminuye el número de accidentes con baja leves en mayor proporción que el número de accidentes mortales. Podría deducirse de continuar esta tendencia en el año 2010, que como consecuencia de la crisis económica los trabajadores no declaren los accidentes sufridos en el centro de trabajo por temor a perder a su empleo. De confirmarse esta tendencia tan negativa para la seguridad laboral en próximas estadísticas, la reacción de todos los actores implicados en la Prevención de Riesgos Laborales (empresa, sindicatos, inspección de trabajo, técnicos de prevención, etc) no debería hacerse esperar.
El volumen de un iceberg que es visible sobre las aguas del mar supone un 5 por ciento del volumen total del mismo. Un 95 por ciento permanece bajo el agua y no es visible a nuestros ojos. Los medios de comunicación nos informan de los sucesos que trágicamente se cobran la vida de un trabajador, los ciudadanos nos hacemos eco de las víctimas mortales provocadas por accidentes laborales pero no de las múltiples causas, sucesos previos, decisiones incorrectas, etc. que provocan un accidente mortal. A simple vista observamos una pequeña porción del volumen del iceberg sobre la superficie sustentado por una gran masa sumergida, a simple vista tras hojear el periódico sabemos que fallecen trabajadores, pero, ¿que sabemos de “la masa sumergida” de situaciones inseguras que propician los accidentes mortales?
Rigurosos estudios sobre accidentalidad laboral nos ofrecen datos coincidentes de cómo de manera casi exponencial por cada accidente mortal, se producen 10 accidentes de trabajo que acarrean lesiones severas, en torno a 100 accidentes con baja leves, 1000 incidentes sin daños personales pero si materiales, 10.000 actos inseguros por condiciones de inseguridad toleradas que harán posible la concurrencia de causas que provocan un accidente mortal.
Para reducir la parte visible de un iceberg no nos servirá de mucho aplicar una gran fuente de calor sobre este pequeño volumen, sino que debemos tratar de proyectar una hipotética gran llama sobre toda la superficie sumergida del iceberg para lograr derretirlo.
Análogamente, como si de la masa oculta de un iceberg se tratara, la reducción de los accidentes mortales pasa por una disminución de las condiciones de inseguridad toleradas en los lugares de trabajo. Las organizaciones empresariales que quieran implantar un sistema de gestión de prevención de riesgos laborales eficaz, no deben conformarse sólo con el análisis e investigación de los accidentes con baja tal y como establece la legislación vigente. Los programas de gestión de seguridad laboral deberán incluir el control de todas aquellas situaciones de peligro que no son fácilmente detectables.
El Director de un negocio debe incluir en el diseño de los procesos transaccionales y estratégicos de sus operaciones, los mecanismos de gestión oportunos que permitan tomar las decisiones correctas en materia de seguridad y salud laboral. Para la disminución de accidentes laborales mortales no bastará la efectividad en la gestión empresarial si no es acompañada de la eficiencia, para erradicar las muertes por accidente de trabajo será necesaria la excelencia.
Daniel Cernuda
Director Auditores Sistemas de Prevención (ASP)