Los accidentes laborales afectan negativamente a la competitividad y al potencial económico de las empresas y de los países, dado el fuerte decremento del patrimonio humano, el elevado número de jornadas de trabajo perdidas y los múltiples daños en los equipos de producción que ellos provocan. Es por ello que la seguridad en el trabajo está considerada, hoy en día, una actividad de gran prioridad, constituyéndose como un factor clave para la continuidad de las operaciones y el éxito de las organizaciones.
Las enormes consecuencias que puede provocar cualquier fallo en los sistemas y la mayor consideración de las mismas ha suscitado amplios debates sobre las causas de los accidentes laborales. Las teorías basadas en las tareas y en el “hardware” desempeñaron un papel fundamental en las mejoras de la seguridad industrial hasta los años 80. Sin embargo, muchas empresas se vieron sometidas en un estancamiento de sus niveles de riesgo, al considerar que mejoras adicionales llegaban a ser imposibles. Así, han surgido nuevas teorías, centrando la atención en factores sociales y organizacionales, como las actitudes y comportamientos de los individuos hacia la seguridad, el clima y la cultura dentro de las organizaciones.
La cultura de seguridad
El comienzo del período de cultura organizativa aplicada a la investigación y análisis de accidentes puede remontarse al accidente nuclear de Chernóbil en 1986. La finalidad de la cultura de seguridad es crear un ambiente en el cual los trabajadores sean conscientes de los riesgos a los que están expuestos en sus puestos de trabajo y continuamente estén al acecho de los mismos, evitando emprender acciones arriesgadas. Así pues, esta cultura puede ser considerada como una importante herramienta de gestión que permite controlar las creencias, actitudes y comportamientos hacia la seguridad de la fuerza de trabajo. La Comisión de Seguridad y Salud del Reino Unido (HSC, 1993) la define como “el producto de valores, actitudes, competencias y pautas de comportamiento individuales y de grupo que determinan el compromiso hacia la seguridad, así como el estilo y competitividad de los programas de seguridad y salud de la organización. Las organizaciones con una cultura de seguridad positiva se caracterizan por comunicaciones fundadas en la confianza mutua, por percepciones compartidas sobre la importancia de la seguridad y por la confianza en la eficacia de las medidas preventivas”. Así, las percepciones y las creencias de los individuos, los comportamientos y los sistemas de gestión son los elementos que combinados configuran la cultura de seguridad de la organización.
Los sistemas de gestión de la seguridad pueden considerarse mecanismos integrados de la organización diseñados para controlar los riesgos que puedan afectar a la seguridad y salud de los trabajadores. Dicho sistema ha de estar integrado por: 1) El desarrollo de una Política de Prevención; 2) El Fomento de la Participación de los trabajadores en las actividades de seguridad y salud; 3) La Formación y promoción de competencias de los trabajadores, 4) La Comunicación y transferencia de información sobre el medio de trabajo, sus posibles riesgos y la forma correcta de combatirlos; 5) La Planificación de las tareas a emprender, distinguiendo entre planificación preventiva y planificación de emergencia; 6) El Control y revisión de las actuaciones realizadas en la organización. Este sistema de gestión tiene un impacto positivo sobre la participación de los trabajadores en las actividades preventivas y en el cumplimiento de las normas, es decir, que cuanto más prácticas preventivas se realicen y mayor sea la seguridad percibida, más positiva será la actitud de los trabajadores hacia la misma. Paralelamente, el sistema de gestión de los riesgos laborales, causa un efecto directo sobre los indicadores de siniestralidad de la empresa y, de este modo, reduce tanto las lesiones y los daños a la salud de los trabajadores como los daños materiales. Por consiguiente, reduce los tiempos perdidos y el absentismo laboral y mejora la satisfacción y motivación de los trabajadores.
El papel de la dirección
La promoción de comportamientos seguros por parte de los trabajadores requiere no sólo la implantación de sistema de gestión, sino que se necesita además un elevado compromiso organizacional hacia la seguridad, siendo ésta considerada como un valor central o principio guía de la organización. Los directivos deben estar fuertemente comprometidos con la seguridad, deben considerar que los accidentes son acontecimientos muy serios y que los incidentes son una importante señal de que podrían ocurrir sucesos de mayor gravedad, asimismo, deben estar altamente sensibilizados sobre las consecuencias que pueden provocar los accidentes y las graves lesiones que podrían causar a la víctima. Este compromiso se refleja en el conocimiento por parte de la dirección de los problemas, en la convicción de que pueden ser alcanzados altos niveles de seguridad, en su habilidad para demostrar una perdurable actitud positiva hacia la seguridad y en la habilidad para promover activamente la seguridad en todos los niveles de la organización. No obstante, no son suficientes las buenas palabras, sino que se requieren actos visibles, como comunicaciones frecuentes e informales con los trabajadores, presencia y contribución en seminarios y cursos de formación, participación en inspecciones de seguridad y visitas habituales por los lugares de trabajo, promoción y participación en comités de seguridad o en reuniones periódicas para tratar temas de seguridad y salud, promoción de campañas periódicas para mantener vivo el interés por la prevención, y ejerciendo siempre un liderazgo participativo, poniendo énfasis en las opiniones de los miembros de la organización para generar la confianza necesaria.
Conclusiones
Actualmente, está reconocida la gran importancia del comportamiento del trabajador en la materialización de los accidentes. Un porcentaje muy elevado de los mismos, entre un 80-90%, se asocia a imprudencias cometidas por el trabajador. Estas imprudencias son causas aparentes, puesto que su comportamiento viene determinado por otras variables de la organización, como son el sistema de gestión preventivo implantado y, sobre todo, el grado de implicación y compromiso mostrado por la dirección de la empresa. Cuanto más comprometida esté la dirección de la empresa, no sólo con palabras y actitudes, sino también, con actos visibles, más implicados estarán los trabajadores en la seguridad y salud de la organización, ya sea de una forma directa o indirecta, a través de las prácticas de gestión. En definitiva, la dirección de la empresa desempeña un papel fundamental en la reducción del riesgo laboral y, por tanto, en la reducción de la siniestralidad.
Bibliografía
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