POR PLATA, POR pereza o por ganar tiempo libre, algunos trabajadores fingen desde dolores lumbares hasta un embarazo de 13 meses. Hay empleados que bien podrían pasar de actores de teatro, matricidas o todos unos mártires de la autoflagelación. Y todo por estirar el puente festivo, paliar un guayabo feroz, buscar una pensión por invalidez, física pereza de ir a trabajar, conservar el empleo temporal o pasarse de ‘vivos’ para ganar unos pesos de más.
Incapacidades de película
Con tal de ganar más tiempo fuera de su trabajo, hay quienes están dispuestos a tener su mejor actuación.
Es el caso de un operario de una reconocida industria local que siempre llegaba a su turno con un dolor lumbar o de columna y pedía constantes permisos para ir al médico, donde obtenía la incapacidad… Tiempo después, el área de Recursos Humanos pudo constatar que el adolorido trabajador era un campeón de billar.
En otra ocasión, a un trabajador le pudo más su afición por los caballos que la responsabilidad de ir a trabajar. Y para alimentar su pasión equina se consiguió de compañero de cabalgata y juerga a un médico que disciplinadamente le hacía la respectiva incapacidad para refrendarla en la EPS.
El colmo de su fraude fue cuando salió a vacaciones un 24 de diciembre y solo regresó el 3 de marzo del año siguiente. ¿Cómo lo logró? Siempre llevaba la renovación de la incapacidad a la empresa en horas de la noche. A pesar de darle la oportunidad de rectificar su conducta, persistió y perdió el empleo después de 20 años de vinculación.
Embarazos de 13 meses…
También hay quienes van más allá y son capaces de matar ficticiamente a su madre dos veces. Así lo hizo un trabajador que por ganarse cinco días de incapacidad obtuvo un acta de defunción fraudulenta para darle el último adiós a quien lo trajo al mundo. Después quiso repetir la maña, pero la empresa tenía en sus registros la novedad y verificó que su madre no solo estaba viva, sino que gozaba de buena salud.
Pero también se valen de las incapacidades y la protección que da la norma para conservar su empleo. Es el caso de varias trabajadoras temporales que, en el papel, han tenido períodos insólitos de gestación de 13 meses. Apelan a pruebas falsas o adulteradas cuatro o cinco meses antes de realmente quedar embarazadas, por tanto su empleador no puede prescindir de ellas, así haya finalizado el contrato.
Otra modalidad más siniestra es la de quienes apelan al masoquismo y antes de trabajar, prefieren alargar sus períodos de recuperación de una lesión quitándose los puntos de la sutura con una aguja capotera o, incluso, hasta echándose agua de batería en la herida.
A ese extremo llegó un operario que aprovechó su incapacidad para trabajar por su cuenta como mecánico. Pero el incauto trabajador no solo fue sorprendido y perdió su empleo, sino también la mano: se le gangrenó la herida.
Lo cierto es que estas historias seguirán ocurriendo mientras los trabajadores abusen de sus derechos laborales; las empresas no reporten oportunamente a las ARP todas las novedades; las EPS sigan originando incapacidades sin hacer seguimiento juicioso a las historias clínicas de los trabajadores; y algunos profesionales de la salud se presten para promover el ausentismo, así muchas veces sea peor el supuesto remedio que la falsa enfermedad.
Noticia publicada por El Colombiano.