La actual crisis financiera conlleva una serie de cambios no sólo en lo que a economía se refiere, sino también en las interacciones socio-laborales y sobre el concepto personal del propio trabajador y su entorno. Un entorno que se percibe como hostil y amenazante, pudiendo generar un mayor índice de trastornos mentales y enfermedades psicosomáticas. Las actuales condiciones laborales y económicas o el riesgo a perder el empleo, llevan a una situación estresante de carácter crónico para el trabajador, aumentando la probabilidad entre otros, de trastornos cardiovasculares y desórdenes de carácter ansiógeno. Ante ello, la imposibilidad de causar bajas laborales debido a la precariedad de la situación profesional y las políticas de regularización de empleo. Este hecho dará lugar a una disminución de la calidad y la motivación del trabajador durante la jornada laboral, aumentando el riesgo de problemas psicosociales dentro del entorno laboral.