Con esta entrada damosla bienvenida a Salvador Carmona a la familia de Prevencionar. Salvador es Socio-Director en i+3 consultores. Experto en cultura preventiva y gestión de seguridad y salud en el trabajo, es Técnico Superior de PRL, Máster en Dirección y Administración de Empresas por el Instituto Internacional San Telmo y Licenciado en Ciencias Químicas. Autor del blog www.imastres.es/blog. Periódicamente Salvador publicará en Prevencionar artículos sobre diversos aspectos relacionados con la cultura preventiva, además de actuar como moderador del apartado de cultura preventiva de nuestro foro.
El concepto de “cultura de seguridad” nace en los años 80 vinculado fundamentalmente a los accidentes mayores y en concreto al accidente nuclear de Chrenobyl, pasando a ser denominado “cultura preventiva” cuando con el tiempo se amplía al conjunto de riesgos y adopta una dimensión global.
El planteamiento surge al comprobar la falibilidad de los sistemas de gestión de la seguridad en empresas de alto riesgo, después de grandes inversiones realizadas en su definición, implantación y desarrollo, estos sistemas no son capaces de garantizar la seguridad y se producen accidentes catastróficos. El concepto de “cultura de seguridad” nace para salvar este “gap”, entendiéndose como la capacidad global de una organización para garantizar el funcionamiento eficaz de sus sistemas de gestión de seguridad y salud, la ausencia de esta capacidad aumenta la posibilidad de fallos del sistema.
No se puede obviar la aportación de las normas, procedimientos, responsabilidades, ordenación de recursos, etc., que conlleva la implantación de un sistema de gestión, pero si es necesario conocer el plus que aporta la cultura preventiva al funcionamiento óptimo y eficaz de los sistemas de gestión. Simon y Frazee nos ayudan a clarificar la idea con un ejemplo que por sencillo y cercano es aun más descriptivo:
“La cultura preventiva es como el caldo del estofado: la carne y las verduras son los elementos básicos (normas, equipamiento, recursos) pero si el caldo (liderazgo, visibilidad, confianza, apoyo, integridad) está rancio se echará a perder el guiso (programa preventivo).”
La cultura preventiva por lo tanto es un elemento clave para el desempeño óptimo de las organizaciones en materia de seguridad y salud, ya que el esfuerzo preventivo realizado por las organizaciones llega a ser menos eficaz, es decir llega un momento en el que los recursos aplicados a seguridad y salud no dan los resultados esperados. Un ejemplo gráfico lo tenemos en la figura; en un eje se representan los resultados de la gestión de seguridad y salud, mediante el índice de incidencia y en el otro eje la evolución temporal. Son muchos los autores que constatan esta representación.
Las empresas comienzan a tener resultados positivos de reducción de siniestralidad cuando comienzan a aplicar normas e invierten en tecnología, en esta etapa las inversiones se realizan en mejoras de ingeniería (equipos y procesos) y se comienza a poner énfasis en la seguridad. La evolución temporal constata que las bajadas de los índices de siniestralidad se estancan y la línea se convierte en asintótica.
Las organizaciones que siguen mejorando y no se conforman, comienzan a integrar la seguridad y salud en los procesos de trabajo, empiezan a implantar un sistema de gestión de la seguridad y salud efectivo. La inversión se realiza en la definición e integración de sistemas, en la recogida de datos y análisis de los mismos, en la definición de competencias y responsabilidades, formación, etc., se comienza en definitiva a gestionar los riesgos. La puesta en marcha y mejora de los sistemas de gestión en seguridad y salud dan resultados, los índices de siniestralidad siguen bajando, pero de nuevo se produce una ralentización en el descenso, de nuevo se llega a una asíntota. En algunos casos en los que los sistemas de gestión tienen un alto grado de implantación y efectividad la línea asintótica se encuentra en niveles muy bajos.
Pero hay empresas que quieren seguir mejorando y conseguir reducir su siniestralidad a cero, o a niveles de incidencia muy bajos, necesitan seguir realizando un esfuerzo preventivo, esfuerzo que está ligado a la mejora de la “cultura preventiva”. Las organizaciones que comienzan a recorrer este camino invierten en la evaluación de aspectos culturales, comienzan a observar el comportamiento y a analizar sus causas; se trata de empresas que ponen en marcha programas de refuerzo del liderazgo en seguridad y salud, donde la dirección tiene un papel crucial y se fomenta la asunción personal de responsabilidades, el compromiso compartido, la transparencia y se reconoce la participación activa en la mejora de todos los miembros de la organización.
Son muchas las empresas que ya están desarrollando estrategias y programas de fomento de la cultura preventiva, se trata sin duda de empresas que buscan la excelencia, empresas que quieren convertirse en empresas saludables, para las que la seguridad y salud es un valor de su negocio.
Sin duda la creación de una cultura preventiva que ayude a promover mejores condiciones de trabajo y mejores condiciones de salud es un proceso continuo, Parker presenta la consecución de una cultura preventiva como un camino progresivo con cinco niveles de avance:
- Patológico: nivel en el que se agrupan organizaciones que solo actúan o intervienen en seguridad y salud cuando son requeridas por la autoridad.
- Reactivo: se trata de empresas que actúan cuando algo ha salido mal (accidente).
- Formalista: agrupa organizaciones que tiene implantado un sistema de gestión, se cumplen unas reglas. El sistema genera datos relacionados con el desempeño en seguridad y salud, se modifican procesos y se realizan auditorias de seguridad y salud.
- Proactivo: la gestión de la seguridad y salud se realiza mirando al futuro. Los trabajadores están involucrados en la práctica, las personas están preocupadas por la seguridad y salud, los líderes se preocupan por ella. Esta actitud lleva a las personas a preguntarse cómo mejorar antes de que ocurra un accidente. La información fluye mejor, es bidireccional y se genera más confianza. Las auditorias comienzan a ser menos necesarias, el sistema en si mismo requiere menos trabajo, se confía en las personas.
- Generativo: Se han conseguido estándares muy altos, los errores y fallos son usados para mejorar, se buscan los fallos antes de que ocurran. Existe una transparencia total, no se oculta nada. El respecto por la salud de las personas está implícito en todas las decisiones. La seguridad y salud es un valor de la organización, la prevención es nuestra forma de trabajar.
¿En qué nivel se encuentra tu organización? ¿Se puede medir la cultura preventiva?