Joseph Strauss fue el ingeniero jefe durante el proceso de construcción del Golden Gate, el famoso puente situado en la Bahía de San Francisco y la mayor obra de ingeniería de la época con sus 227 metros de altura y 2.700 de longitud. Strauss supervisó la obra día a día e incluyó como novedad en el proyecto la instalación de una red suspendida bajo el puente para evitar la caída al vacío de personas durante su montaje. Hablamos de los años 1933 a 1937. En aquella época se calculaba la previsión de accidentes mortales de un proyecto en función del dinero gastado en él, por lo que para la construcción del puente era lógico esperar treinta y cinco muertes. Sin embargo, gracias a esta innovación, fueron solo once, casi un 70% menos.
En la actualidad, la prevención de riesgos laborales, al menos en España, sigue siendo una asignatura pendiente. Aunque poco a poco se avanza gracias en buena medida a las grandes compañías que ejercen su influencia sobre sus contratas, todavía hay muchas pymes y autónomos que deben mejorar sus niveles de seguridad. Y no me refiero solo a tener la documentación en regla, o los papeles, como se le llama habitualmente, sino a una prevención efectiva.
Si atendemos al informe Actuaciones y resultados de la inspección de trabajo y seguridad social en materia de prevención de riesgos laborales 2012, el 30% de las actuaciones realizadas por la inspección en el territorio nacional acaban en actas de infracción o requerimientos.
La realidad es que todavía existen muchas empresas que consideran la prevención de riesgos laborales como un proceso que se puede subcontratar y que ahí finalizan su trabajo y su responsabilidad, y lo creen así unas veces por desconocimiento, generalmente porque están mal asesorados, otras por inexperiencia y otras siendo conscientes, pero pensando que no pasará nada.
El problema es que a veces pasa, y es entonces cuando solo queda el recurso de preguntar: ¿por qué no se hicieron las cosas bien desde el principio? Y a partir de ahí, suele cambiar el punto de vista. Algo así como cuando sufrimos en persona un accidente de tráfico y desde entonces conducimos con más cuidado, o cuando el cuerpo nos da un aviso y comenzamos a llevar una vida más sana. Pero, ojo, porque tanto el accidente como el susto pueden no dar una segunda oportunidad.
¿Qué nos enseñó Strauss? Que su preocupación por la seguridad de los trabajadores y su intento por mejorar y no conformarse con lo que se hacía hasta entonces obtuvieron buen resultado. Entendió que la prevención de riesgos laborales tiene que estar planificada desde el inicio del proyecto, ejecutada y controlada durante el desarrollo, y no como un trámite administrativo, sino con verdadero interés, y solo de esta forma se consiguen objetivos de baja siniestralidad.
Desconozco si la motivación de Strauss para preocuparse por la seguridad y salud de sus trabajadores fue moral, económica, fruto de su experiencia, etc. El caso es que lo hizo y, al fin y al cabo, esto fue lo importante.
Curro Violero – Experto en Seguridad y Salud en el Trabajo
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