En el año 2006 un programa de humor triunfaba en TV en toda regla. Era Camera Café. Simple, intrascendente,… enganchaba. Muchas personas se veían reflejadas en él. En especial a la hora de tomarse un descanso en su trabajo alrededor de una máquina de café. Una de las series de humor más exitosas entonces, permaneció varios años en antena y alcanzó gran popularidad gracias a la peculiaridad de los personajes que le daban un toque patrio.
Camera Café, formato importado de Francia, se emitió con el mismo título en países como Italia, Portugal, Polonia, Chile, Colombia y España. En su origen constaba de episodios de corta duración (4 a 6 minutos) compuestos de un prólogo, varias escenas breves (sketches) y un epílogo. Sin embargo, en España se optó por agrupar varios episodios en uno formando así un bloque mayor. Su desarrollo siempre era el mismo. A modo de cámara oculta situada en el interior de una máquina de café,se podían ver las distintas reacciones de los empleados de una empresa mientras se relajaban conversando en su torno. Variopintos personajes (hasta 17) componían su reparto. Desde la atractiva secretaria, pasando por distintos escalafones, para terminar en un jefe casi siempre autoritario. En realidad, no era más que un fiel reflejo, de ahí la identificación con el programa, cargado a veces de surrealismo, del entorno laboral de una empresa visto desde diversos ángulos.
Todas las noches, nada más terminar el informativo de Telecinco, en un horario privilegiado, comenzaba Camera Café. Personajes disparatados como Bernardo (contable), Cañizares (secretaria), Richard (informático), Asunción (becaria), Jesús (jefe de ventas), Gregorio (gerente- jefe), Victoria (directora de marketing)… comentaban sus miserias, que eran las de todos, mientras saboreaban un café. Su director Luis Guridi, hablaba así del triunfo logrado por un programa que se había estrenado antes en alguna otra cadena sin éxito: “La gente es impredecible. Quizá el éxito radique en que no sabemos hacer televisión, en que tenemos un estilo de trabajo y de humor distinto que engancha a la gente que antes no se asomaba a la pequeña pantalla. Un humor que, en el fondo, tiene muy mala leche”.
Eran tiempos en que los programas de humor en sus distintos estilos se habían apropiado de las parrillas televisivas. Lo señalaba así Pepe Colubí, humorista, escritor, periodista y guionista asturiano: “El humor es una opción y ha despertado el interés de los programadores”, al tiempo que citaba a la nueva generación de los Florentino Fernández o Miki Nadal que hacían presentaciones desde un ángulo humorístico, el estilo que representaba Buenafuente en su faceta de presentador y monologuista, y otros que abordaban temas políticos con un humor particular, sarcástico en ocasiones. Colubi pensaba que para tener éxito en este tipo de programas debía haber una cierta confluencia entre aquel que trasmite el humor y el que lo recibe, pues el espectador suele ser bastante más inteligente de lo que parece si se acierta en el enfoque.