En unos días, cumplo 10 años en esta profesión y, por algún motivo, he sentido la necesidad de reflexionar sobre qué ha aportado a mi vida la PRL, preguntándome si sigo siendo la misma que antes de adquirir esta cosmovisión y, claramente, respondo NO.
Antes de ser Técnico en PRL, trabajaba para una empresa u otra y hacía aquello que me encomendaban mis jefes. Principalmente, me dediqué a la venta y al servicio de atención al cliente de productos de telecomunicaciones (muy en boga por aquellos tiempos). Creo que siempre fui buena profesional y sabía cómo compaginar mi productividad con la necesidad de compra del cliente. Sin embargo, ahora sé que aquello era muy simple, sólo era adecuar la gama de productos disponible, a los deseos del comprador o consumidor, y poco más.
Se cruzó en mi vida la PRL y pude comprobar pronto, que es de todo, menos sencilla. Aquellos dos intereses se multiplicaban, entrando en el escenario además de tu jefe (empresario) y “clientes” (sus propios trabajadores), la política de sus relaciones laborales, a nivel micro y macro; las Administraciones públicas con sus leyes, que a veces te ayudarán con asesoramiento y formación, y otras te incordiarán con sanciones o, incluso, con la ausencia de las mismas; los específicos requerimientos intrínsecos del propio proceso productivo y su lógica economía; y tus propios compañeros Técnicos, que a veces ayudan y otras, compiten contigo.
En este contexto, empiezas a desenvolverte como buenamente puedes, con más interés por seguir aprendiendo, que conocimientos, porque los maestros que tuviste, no siempre fueron lo suficientemente buenos, y navegas entre varapalos y golpes de unos y otros, que, o terminan contigo, o te van fortaleciendo.
Pones todos tus sentidos para aprender, aprender y aprender los factores que intervienen en el ambiente laboral, es decir, aprender de todo… sí, DE TODO!!! De estructuras edificadas, de manipulación de cargas, de radiaciones no ionizantes, de cancerígenos, de leyes y reales decretos, de burnout, de ruido, de electricidad, de técnicas didácticas para adultos, de posturas forzadas, de microorganismos patógenos, de auditorías, de incendios y emergencias, de infracciones y sanciones en el orden social, de atmósferas explosivas, de turnos de trabajo, de movimientos repetitivos,… de todo, todo, todo, lo que puede influirle a una persona mientras está trabajando (es decir, haciendo cualquier cosa por lo que le paguen… Imagínate!!!).
Te conviertes en una pequeña “enciclopedia andante”. En casi cualquier conversación, puedes opinar, porque tienes datos, muuuchos datos. Comprendes las relaciones empresariales, las políticas, las administrativas, las empresariales, las personales,… tienes una capacidad desorbitada, de casi, casi todo. Y mientras, estás en un Mundo, que en el fondo se sigue relacionando de aquella manera de empresarios y clientes, que compran y venden, y poco más… porque está claro que ellos no accedieron al “acelerador de partículas” al que tú entraste.
Con tu generosidad, tratas de trasmitirle que hay un algo más de lo que ven y que es ideal. Que para ello, sólo deben anticipar, planificar, prever,… en definitiva, ir por delante de aquello que va a suceder y además, dejarlo todo escrito en unos documentos para así ir ejecutando las medidas que hemos planificado, anticipado y previsto, de forma muy inteligente (todo hay que decirlo), organizadas en un perfecto orden, para que no se nos pase ninguna. Cuando se lo contamos, lógico que nos miren, si están de humor, con una sonrisilla, posiblemente pensando “Pobre! Vive la vida, y no pienses tanto!!!”.
Y cuando te paras en seco, porque te preguntas qué ha pasado, en qué he fallado, cuando lo único que has hecho es aprender y perfeccionarte en tu profesión, te viene un flash a la cabeza, y ves cómo tu vida se ha desfasado un poco con la del resto.
La PRL es, posiblemente, uno de los trabajos más exigente que puedas hacer. Tienes en tus manos, la responsabilidad de que a las personas de tu entorno no les pase nada malo, pero tienes que conseguir que sean ellos quienes hagan todo lo preciso para que eso suceda. Posiblemente, te lleva a otra dimensión, a otra visión paralela repleta de posibilidades que tú y pocos más, percibís, y que, sólo en el funcionamiento remoto de su ejecución, puedes conseguir tu objetivo, porque en el fondo, no depende de ti, sino de lo que hagan ellos.
Todo esto, te saca un poco de la cultura común y te proporciona herramientas distintas a las del resto de los mortales. En definitiva, es como si te hubieses convertido en una especie de “padre/madre protector/a” y como tal, tienes que conseguir la evolución de las conductas de aquellos que están en tus manos, hacia un comportamiento más óptimo, y a poder ser, sin que se den mucha cuenta, porque si no, no resultarán efectivas; por tanto, como todo progenitor, deberás tener para ello, mucha, mucha, mucha paciencia y cierta capacidad de persuasión.
Todo esto, en el devenir de cada día, te pasa desapercibido. Lo único que sientes a veces es que te cabrea, o te alegra, te frustra o te motiva, o incluso, por momentos, ni eres consciente, porque estás a otras cosas, que también acompañan tu Vida, por suerte. Pero algún día, con un poco más de tiempo, en una pausa, en un punto de inflexión, o simplemente, en un aniversario, como es mi caso, te preguntas qué ha pasado realmente todo este tiempo, en qué has cambiado, y entonces, se te hace consciente y puedes ver, no ya la huella que vas dejando según vas predicando esta forma diferente de ver el Mundo, sino lo que a ti te ha dado esta compleja profesión y ahí sí, y aunque a veces te sientas un “bicho raro”, en medio de mucha incomprensión, seguro, que todo lo cosechado, te compensa…
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