El ruido, el mayor enemigo de los trabajadores… y de AC/DC
Recientemente se ha anunciado que la legendaria banda de rock AC/DC ha debido posponer su gira de conciertos en Estados Unidos por el riesgo inminente de que su célebre cantante, Brian Johnson, pierda totalmente la audición. El bueno de Brian, con 68 años de edad, lleva expuesto a altos niveles de ruido desde inicios de los años 80, cuando se unió a la banda sustituyendo al fallecido (en extrañas circunstancias) Bon Scott. En Mayo estaba previsto que visitasen Sevilla en concierto, concierto que aún sigue en el aire.
La banda sonora de mi juventud viene jalonada por canciones de AC/DC, y casi ninguna de ellas era de las consideradas “lentas y románticas”. La descarga acústica de sus conciertos y la entrega en el escenario ha sido y sigue siendo legendaria. Lamentablemente, esto me hace sentir profundamente esta noticia, porque se ha podido prevenir.
Esta noticia nos tiene que hacer reflexionar: de la misma manera que un cantante de rock, solemos minimizar en nuestra vida profesional el impacto del ruido en nuestra salud. Siempre hay cosas que nos preocupan más, principalmente porque el riesgo es a corto plazo. Siempre nos enfocamos más en protección respiratoria, en evitar caídas desde diferentes alturas, la manipulación de cargas de forma errónea o proteger nuestros ojos frente a proyecciones. Por regla general, cualquiera de esas amenazas nos afecta inmediatamente y los riesgos derivados de una exposición a ruido, incluso breve, se ven como un riesgo de menor magnitud. Pocos trabajadores son conscientes del riesgo y de su irreversibilidad. De igual forma que un cantante de rock, ve como los riesgos más importantes pueden ser los derivados de una vida de excesos y no se plantea que su actividad diaria le está mermando las facultades. En nuestra vida profesional afrontamos la protección auditiva como necesaria frente a un riesgo menor. El ruido es un enemigo al que no vemos venir, un enemigo silencioso aunque resulte paradójico.
De acuerdo con datos del gobierno de Estados Unidos y de la Organización Mundial de la Salud, hay más de 30 millones de trabajadores expuestos a más de 85Db sólo en USA cada año (https://goo.gl/Wo2CvJ) y más de 350 millones de personas han sufrido pérdidas auditivas siendo la discapacidad sensorial más importante a nivel mundial. Pérdidas que llevan a sufrir incapacidades laborales, problemas para relacionarse, depresión, irritación, etc. Todo ello siendo un limitante claro para una calidad de vida adecuada, tanto si se comienza a padecer a una edad temprana como si nos toca sufrir la enfermedad a una edad avanzada.
Y, sin embargo, la parte buena es que pese a ser un riesgo inherente de nuestra sociedad y del entorno laboral también es un riesgo completamente prevenible.
Durante la pasada Feria Internacional SICUR 2016, pudimos ver diferentes soluciones y equipos que ayudan a evitar estos problemas. Además de las soluciones estructurales que se puedan implementar en los puestos de trabajo, aislando entornos o maquinarias, una correcta protección del trabajador es perfectamente alcanzable. En la actualidad la tecnología nos acompaña en esa tarea, con continuos desarrollos que permiten una protección auditiva adecuada, ligera, confortable y compatible con otras medidas de protección. Existen soluciones con sistemas de atenuación activa de ruido, que protejan al trabajador cuando sea necesario y que incluso puede venir acompañada de equipos de comunicación para minimizar riesgos y permitir una mayor productividad en el entorno de trabajo, sin necesidad de quitarse la protección para comunicarse por un móvil o un sistema de radio.
Pero quizá, una de las herramientas que esperamos pronto sean habituales en los servicios de prevención de empresas con riesgos derivados del ruido, sean los sistemas validación de ajuste de los protectores auditivos (tapones y orejeras). Estos nos permiten analizar y evaluar la adecuación de éstos EPI a las necesidades de cada trabajador en función de su puesto de trabajo y su nivel de exposición, mejorando su nivel de concienciación y formándole a la vez en la correcta utilización de estos equipos. El tiempo del “café para todos” en protección ha pasado, y cada vez se requiere una mayor personalización de la protección que se ofrece al trabajador.
La tecnología está de nuestra parte e incluso la Unión Europea, con el nuevo reglamento que verá la luz en las próximas semanas en la que se revisa la anterior Directiva 89/686/EEC de Equipos de Protección Individual, ha venido a reforzar la importancia de protegernos frente a la pérdida de audición. Uno de los mayores cambios es el de otorgarle al Ruido la Categoría III, al considerar que los riesgos derivados de una exposición elevada y sus daños irreversibles deben de ser una prioridad. Esto, sin duda, redundará en una mayor inversión en desarrollo de soluciones, materiales y productos que cumplan con la legislación así como controles de calidad más estrictos en la fabricación de los equipos de protección.
Pero, todos los esfuerzos serán vanos, si no se trabaja en un cambio de mentalidad, en una mayor concienciación. Una mayor concienciación de los riesgos y de los problemas derivados de una protección insuficiente. El no usar los EPI adecuados durante todo el periodo de exposición, lleva a una pérdida de la eficacia de las medidas de protección importante y a graves consecuencias. Los técnicos en prevención, con su tarea diaria, son claves en el trabajo de concienciación así como en lograr una protección personalizada para el trabajador usando las nuevas tecnologías en sistemas de protección y de validación de la protección.
Quizá Brian Johnson, de forma involuntaria, ayude también a hacer ver la importancia de una adecuación de la tarea y la protección necesaria, porque incluso cuando vives en una Highway to Hell continua, necesitas protegerte frente a determinados riesgos.
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