¿El tamaño importa? (en prevención de riesgos laborales) – Nanomateriales: la importancia de lo pequeño
Durante la primera semana de Abril, tuve la oportunidad de asistir a las Jornadas “Nanotecnología y Prevención de Riesgos Laborales” organizadas por la Universidad de Barcelona. Un evento que exploraba los posibles riesgos de la exposición a materiales nanométricos, bien derivados de la naturaleza o bien creadas por el hombre de forma intencionada como por ejemplo nanomateriales para la industria cosmética o de forma casual como las nanopartículas procedentes de los motores diésel o los procesos de soldadura. Con una simple búsqueda con Google podemos comprobar el interés actual por entender las peculiaridades de los productos “pequeños”, en escala nanométrica. Son muchas las instituciones que ofrecen cursos, organizan jornadas o escriben monografías sobre el tema. El interés es más que evidente, pero, ¿por qué nos preocupan ahora tanto estos materiales que llevan con nosotros toda la vida?
Una de las explicaciones es por lo paradójico de estos productos donde el tamaño les confiere propiedades especiales y también riesgos únicos. O quizás, porque hemos descubierto que podemos sintetizarlos de forma controlada, aportando propiedades sorprendentes, como la superconductividad de los nanotubos de carbono. Además, tenemos la suerte de que algunos de los trabajos más prometedores en el campo de la nanociencia se están desarrollando en España. Tenemos más de 360 grupos de investigación, con más de 2.000 personas desarrollando proyectos en ese ámbito. Al menos en esto, nos olvidamos del “¡Que lo inventen otros!” tan habitual en otros tiempos.
Pero, ¿qué es un nanomaterial exactamente? ¿Cómo algo tan pequeño puede afectar a los trabajadores? Durante 2015, el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo editó una excelente guía que trataba de dar respuesta a estas y otras interrogantes. Los nanomateriales son materiales que contienen partículas con una o más dimensiones en la nanoescala, es decir, desde aproximadamente un nanómetro a 100 nanómetros. El nanómetro (nm) equivale a una milmillonésima parte de un metro (1 nm = 10-9 m).
Durante los próximos años nos vamos acostumbrar a escuchar en numerosa ocasiones de los nanomateriales (fullerenos, nanotubos de carbono, dendrímeros, nanopartículas), porque los desarrollos industriales se suceden a velocidad vertiginosa. La Unión Europea ha considerado que la nanotecnología es una de las tecnologías claves (Key Enabling Technology, KET) para el desarrollo de la región en el futuro. Actualmente, hay en el mercado más de 300 productos comercializados que incluyen en su formulación nanomateriales: desde pastas de dientes, a cremas solares, aditivos para plásticos, medicamentos e incluso raquetas de tenis con nanotubos de carbono.
El potencial del mercado de nanomateriales se ha estimado que es superior a 4.000 millones de dólares en apenas dos años. La Organización Internacional del Trabajo señala que en 2020, aproximadamente el 20% de todos los productos manufacturados en el mundo se basarán en cierta medida en la utilización de la nanotecnología. Son materiales que permiten lograr prestaciones desconocidas: como lograr comportamientos superhidrofóbicos en superficies, resistencias insólitas en nuevos materiales,o actividad magnética controlada a escala celular.
Una nueva dimensión en el desarrollo científico e industrial
Pero como decía Franklin D. Roosevelt (¡O el Tío Ben en los cómics de Spiderman!): “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. La producción en masa de nanomateriales y su uso a nivel industrial debe ir de la mano de un estudio sistemático, de su incidencia en la salud y en el medio ambiente; para evitar que en unas pocas décadas descubramos que (al igual que ocurrió con el amianto) los riesgos puedan superar a los beneficios. Una de las patas que no podemos descuidar y que los expertos tratan de resaltar, es qué vamos a hacer y cómo vamos a tratar los residuos que incluyen nanomateriales. Por ejemplo, cómo va a afectar a las cadenas alimentarias la aparición de componentes nanoméricos que se van pasando de eslabón en eslabón.
La incertidumbre es una de las tónicas habituales en el trabajo con nanomateriales. Y es que los riesgos potenciales son altos, dado que las nanopartículas pueden exhibir propiedades derivadas de su tamaño que difieren significativamente de partículas mayores (pero aún respirables) en cuanto a comportamiento a nivel alveolar. Los riesgos para la salud de partículas en escala nano pueden ser muy diferentes a los esperados para partículas del mismo material y de mayor tamaño.
Uno de los problemas a los que nos enfrentamos es a la falta de regulación, dado que no hay en muchos casos de información técnica sobre los productos y su incidencia. No está claro cuál es el límite de exposición y no está claro cuál es el efecto a esperar, cuál es la vía de absorción o a qué órgano puede afectar debido a la posible translocación entre órganos. Por eso, en todas las charlas científicas relacionadas con la protección frente a nanomateriales hay una norma que se repite como un mantra: “el Principio de Precaución”. Este principio debe regir todos nuestros movimientos en la manipulación, síntesis y gestión de materiales con componentes nano. Siempre es conveniente tomar todas las precauciones posibles si sospechamos que podemos estar en contacto con estos materiales. Extremar las precauciones debe ser la norma, y nos falta mucha información sobre el comportamiento físico y químico de estas partículas para poder sentirnos seguros.
Y aquí es donde nos enfrenamos a una paradoja curiosa. ¿Tenemos herramientas suficientemente eficaces para protegernos frente a partículas de ese tamaño? Siempre hay que considerar que los pasos a seguir con los nanomateriales deben ser los mismos que con otros contaminantes. Buscaremos aislar las fuentes, modificar procesos de fabricación y usar otras materias primas sin ese tipo de productos. Pero, pese a todo, en la fabricación o manipulación de nanopartículas en ocasiones es inevitable estar en contacto con suspensiones de materiales nanométricos. En esos casos, ¿tenemos equipos de protección individual que puedan proteger frente a este riesgo? ¿Podemos filtrar algo tan pequeño? Pues paradójicamente, sí.
Equipos de Protección Individual frente a nanopartículas
En mascarillas el filtrado de partículas no se da por un proceso de filtración simple, sino más bien por la combinación de diferentes procesos dentro de una maraña de tejido con una estructura tridimensional (Sedimentación, Difusión, Interceptación, Electrostática, etc). Las partículas más pequeñas, se ha demostrado que pueden retenerse de forma correcta. ¿Sorprendente, no? La física juega a nuestro favor, incluso con materiales que permanecen en suspensión por su tamaño durante semanas. Combinando procesos de filtrado y atracción electrostática, los EPI respiratorios actuales pueden filtrar las partículas de tamaño nanométrico. Los organismos internacionales y el propio INSHT nos recomiendan, siguiendo el citado Principio de Precaución, que empleemos al menos mascarillas FFP3 o en el caso de exposición continúa a nanomateriales, equipos motorizados.
Las partículas más pequeñas no tienen por qué ser las más complejas de retener. Será clave entonces el uso correcto de los equipos de protección individual y su correcto ajuste (http://goo.gl/L0UsQF). La realización de pruebas de validación de ajuste individual, obligatorias en países como EEUU, sirven para verificar el correcto sellado de mascarillas y máscaras respiratorias, asegurar la formación a los trabajadores en su correcta utilización y el uso de equipos de protección respiratoria más avanzados tales como equipos motorizados. Esto es clave para asegurar una correcta protección.
Estamos inmersos en una revolución tecnológica. La nanociencia supone un salto cuantitativo en investigación básica, en aplicaciones biomédicas y en usos industriales. Pero quedan muchas cosas por saber, mucho por conocer y controlar. Mientras tanto, despacito y buena letra. Precaución y buenas mascarillas, guantes, gafas, etc. El tamaño, como en tantas cosas, sí que importa.
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