Para muchos, hace 30 años se abrió la caja de pandora, marcando el inicio del fin del mundo. El sábado 26 de abril de 1986 a la 01:23:58 hora local, el cielo de un remota región de Ucrania se iluminó en mitad de la noche, liberando sobre la atmósfera una cantidad de energía 500 veces superior a la explosión de Hiroshima o Nagasaki. El mayor desastre nuclear de historia.
Y es que a diferencia de Fukushima Daiichi, cuyos problemas fueron causados por una pérdida energía, resultado del tsunami provocado por un terremoto de magnitud 9,0, y del que todavía nos estamos curando de sus heridas sin saber exactamente sus consecuencias, Chernobyl fue el resultado de deficiencias de diseño y de errores humanos, por los que a día de hoy estamos pagando un precio todavía desconocido.
El 26 de abril de 1986, a la 01:23:58 hora local, durante una prueba del sistema llevada a cabo fuera de los parámetros conocidos, y en un alarde de demostrar la solvencia de la tecnología nuclear soviética, en el reactor número 4 de la central Chornobylska atomna elektrostantsiya Vladímir Ilich Lenin, se produjo un salto repentino en la potencia. Diez segundos más tarde, el núcleo sufrió una explosión y se incendió, desatando el infierno en la tierra.