Algunos lo llaman vértigo, otros cobardía, pero una gran mayoría habla simplemente de comodidad. Así es el apoltronado, un profesional que ha optado por instalarse en el confort de un puesto del que piensa que nada ni nadie puede moverle.
En un momento en el que trabajo para toda la vida tiene los días contados, este espécimen sobrevive en muchas organizaciones. Al margen del puesto que desempeñes, si has llegado a este punto, conviene que reacciones porque el apoltronamiento es la antesala del despido más doloroso: el inesperado. La desidia laboral es el peor de los pecados. Ahora lo que priman son los resultados y los profesionales valen por lo que aportan, no por los éxitos que consiguieron en el pasado o por su antigüedad. Tienes que evitar que tu actitud te lleve al invierno profesional donde no caben la motivación ni la satisfacción. Si ya no hay remedio, debes aprender a gestionar el vértigo que genera cambiar tu forma de ser si quieres conservar el puesto. Los apoltronados sobreviven sin hacer ruido, pasar inadvertidos es su mejor aliado. Y quedarse sin empleo es nefasto para su futuro profesional. Sólo si son capaces de salir de su letargo pueden prepararse para asumir nuevos retos. Más información
Fuente: Expansión