La fauna de oficina está poblada por algunos colegas indeseables. Pero no todos los compañeros de trabajo tienen por qué afectarte negativamente. Aunque no lo creas alguno aumenta tu productividad.
A James le gustaba su trabajo en la Oficina de Admisiones de una importante universidad. Era un empleo, además de interesante, bien remunerado. El único problema: no soportaba a sus compañeros. Uno de ellos era un tipo muy sociable que pasaba las horas hablando con toda la oficina; otro era el típico adicto al trabajo que se obsesionaba hasta por el ultimo detalle; también estaba el criticón que solía menospreciar a todo el mundo; o la asistente pasivo-agresiva que sólo respondía a las llamadas si esa semana le caías bien; y el jefe, un narcisista empedernido, siempre obsesionado con ser el centro de atención. James llegó a desarrollar una especie de fobia a la oficina. Normalmente, uno no tiene la posibilidad de elegir con quién va a trabajar, lo que hace que resulte prácticamente imposible pronosticar si nos vamos a sentir cómodos cuando empezamos a trabajar en una nueva empresa. En relación al actual entorno laboral, la gente que conozco no se queja tanto de su empleo como de sus compañeros. Muchos de nosotros nos identificamos con el famoso mensaje de la serie de la cadena NBC The Office: “la oficina sería un lugar perfecto para trabajar, si no fuera por la gente que nos rodea”.
Pero no todos los “elementos tóxicos” que hacen más difícil nuestro trabajo, afectan negativamente a la vida en la oficina o a la productividad. ¿Quieres saber más?
“La mayoría de la gente no suele quejarse tanto de su empleo como de sus compañeros”
“Los cotilleos de oficina representan el 90% de las conversaciones y no son tan perniciosos”
Fuente: Expansión