Recientemente, en nuestro país vecino, Francia, se ha legislado acerca del derecho de los trabajadores a desconectarse del trabajo diariamente regulando el uso de las tecnologías de comunicación.
El asunto es de trascendencia, quizás más mirando al futuro lo que no hemos tenido en cuenta en el pasado…
Aún considerando como objetivo de estas líneas apuntar líneas de pensamiento más que el desarrollo jurídico del asunto, resulta inevitable y necesario desarrollar brevemente a modo de enfoque lo que dispone esta legislación para luego comentar, en clave de opinión y tratando de alejarnos de tecnicismos, si puede tener éxito, es una lucha “quijotesca” o si tiene sentido pensar en el dicho de “cuando las barbas de tu vecino veas pelar echa las tuyas a remojar” y podamos pensar en una extrapolación al resto de Europa y, por tanto, a nuestro país.
BREVES APUNTES SOBRE LA REFORMA
Por esta legislación, que ha entrado en vigor el pasado 1 de Enero de 2.017, el trabajador tiene derecho a la desconexión digital con su empresa una vez finalizada la jornada laboral
- Con esta legislación se define un derecho para los trabajadores por cuenta ajena y una obligación para las empresas de determinado tamaño. Es necesario regular el uso de las nuevas tecnologías (mensajerías y correos electrónicos o teléfonos móviles) para garantizar el respeto del tiempo de descanso y de las vacaciones.
- Dentro de las justificaciones de aplicar esta regulación se encuentra el pensamiento de que el uso no controlado de las nuevas tecnologías pudiera resultar perjudicial para la salud de los trabajadores, lo que convierte a este asunto en parte de la gestión de seguridad y salud en el trabajo.
- Se deberá realizar mediante la negociación entre las partes dentro de la empresa. Alcanza, de momento, a las empresas de más de 50 trabajadoresy el acuerdo podrá tener una duración de uno o varios años. En caso de desacuerdo, corresponderá al empresario establecer los contenidos del programa de desconexión, sus reglas.
- Es importante añadir que no se considera obligatorio por norma desconectar el móvil profesional ni tampoco cerrar el servidor e impedir de este modo el acceso al correo electrónico a partir de una hora concreta. Solamente consiste en provocar que las empresas, en función de sus necesidades, consensúen con sus trabajadores y se regule este aspecto.
ALGUNOS EJEMPLOS ANTERIORES
El problema que desemboca en la promulgación de la citada legislación ya era conocido y algunas empresas, de elevado tamaño, ya habían comenzado a tomar medidas al respecto. Veamos algunos ejemplos:
- Las patronales del sector de tecnología Cinov39 y Syntec habían acordado con las centrales sindicales CFDT y CFE-CGC un acuerdo que, entre otros aspectos, establece la obligación de desconexión de los sistemas de comunicación a distancia de la empresa para determinados cuadros, a fin de asegurar su derecho a un período mínimo de descanso. El acuerdo llega a mencionar la obligatoriedad de implantar un sistema de seguimiento del derecho a la desconexión por el trabajador.
- Orange ha pedido a sus trabajadores que definan tiempos para no usar el correo electrónico, especialmente durante las reuniones, aunque esto último no parezca ser el objetivo de la legislación.
- Volkswagen se planteó, en 2.011, implantar un sistema que desconecta sus servidores de comunicación de los teléfonos móviles profesionales de sus empleados entre las 18.15 horas y las 7 de la mañana del día siguiente, cosa que hizo parcialmente.
- Michelín ha definido un control de las conexiones a distancia, a horas consideradas nítidamente como no laborables, dirigido a los directivos que prestan servicio de modo itinerante.
- Mercedes-Benz ofrece a sus empleados el sistema Mail on holiday, por medio del cual los correos enviados a trabajadores de vacaciones son redirigidos a otros contactos disponibles dentro de la empresa, facilitando la desconexión en período vacacional y la posterior sobrecarga de correos que suele seguir al período vacacional.
¿Y AHORA QUÉ?
Es claro que el problema de la falta de desconexión existe y nos alcanza prácticamente a todos y, por tanto, estas iniciativas son oportunas -independientemente de que se puedan considerar “brindis al sol” o no-.
Según un estudio publicado recientemente por el Gabinete Eléas, un 37 % de los trabajadores usan sus herramientas digitales profesionales fuera de los horarios de trabajo y un 62 % estaban en favor de una regulación.
Luego es claro que hay una situación sobre la que parece lógico actuar y el Gobierno Francés está haciendo algo al respecto.
Pero hay muchos factores que influyen en el éxito o no de las medidas que se puedan tomar al respecto. De modo no exhaustivo, pensemos en algunas aunque seguro que cualquiera de nosotros podría añadir algunas más.
- La globalización del mundo de la empresa nos alcanza a muchos y los horarios de los diferentes países son un problema para poder desconectar a una determinada hora en un determinado lugar del mundo.
- Por lo anterior y, principalmente, por las responsabilidades de cada puesto, el contenido del puesto de trabajo de cada persona influirá notoriamente en que sea posible o no la necesaria desconexión de las tareas laborales.
- Si tenemos en cuenta la adicción creciente al mundo tecnológico, especialmente en lo referido a comunicaciones, tampoco será un factor que vaya a facilitar una desconexión. Pensemos en la gente más joven…¿es fácil que se desconecten de sus smartphones?.
- Las características personales de cada uno y la visión que cada persona tenga sobre su trabajo y el mundo tecnológico también influirán mucho en la posible desconexión. Pensemos en los excesos de responsabilidad que asumimos y queremos asumir, el modo de trabajo que nos impongamos, etc.
Quedémonos en este último punto y veamos este tema como algo que viene de lejos y no solamente vinculado al mundo laboral.
PERO, ¿PODEMOS DESCONECTAR?
Recuerdo que cuando comencé a trabajar, hace ya unos pocos años, tenía en mi despacho un teléfono de color rojo, una máquina de escribir y una pantalla que me conectaba con un ordenador central que ocupaba casi una habitación normal de una vivienda. Cuando tenía un problema urgente usaba el teléfono y, si no conseguía dar con la persona a la que llamaba, dejaba el recado a la persona que me cogía el teléfono y esperaba respuesta. Si el asunto no era tan urgente o necesitaba de envío de papeles, usaba la máquina de escribir y el servicio de correos asumiendo que, posiblemente, no tuviera respuesta en unos diez días. Y no pasaba nada.
Al poco apareció el fax y ya podías enviar asuntos por escrito, con lo que acelerábamos el proceso y, si tenía prisa, usaba de nuevo el teléfono para aquello de “ya tienes ahí la información”. Empezamos a generar más urgencia y estrés ante cualquier asunto.
Y entra en escena el teléfono móvil, con él nos saltamos a la persona que nos cogía el teléfono si no estaba el interlocutor deseado y podemos llamar a éste se encuentre donde se encuentre. Y empezamos a no calibrar la importancia de lo que vamos a comunicar sino que vamos, de alguna manera, “resolviendo problemas por el simple hecho de comunicarlos…”
Posteriormente, aparece el correo electrónico, primero solamente con destino a nuestro ordenador personal y luego a nuestro Smartphone…Ya nos llegan los asuntos donde estemos y con toda la información posible.
En unos pocos años, ha cambiado en gran medida y para muchos de nosotros nuestra forma de trabajar. Sin duda, ahora tenemos más estrés, hemos perdido la noción de lo importante por lo urgente para un tercero, pensamos que solucionamos problemas simplemente trasladándolo urgentemente a otro –lo cual nos sirve después como herramienta de justificación sin haber hecho nada, “yo te envié un correo, míralo, ¡aquí está¡”-. Y lo que es peor, somos incapaces de separarnos de los medios tecnológicos de comunicación…cuántas veces nos hemos vuelto a casa a por el móvil o evitamos desconectarlos en reuniones independientemente de su importancia… Sin este aparatito tenemos la sensación de estar fuera del mundo y nos genera enorme inseguridad…”voy a perder el negocio de mi vida o seguro que ahora sucede algo y me sorprende incomunicado”, por ejemplo.
Vivimos en la cultura de la inmediatez, todo tiene que ser ahora, independientemente de su importancia.
Si, además, mezclamos el creciente problema de la adicción al trabajo con las adicciones a las nuevas tecnologías, el resultado es explosivo y hace saltar por los aires cualquier atisbo de vida personal…salvo que viajemos a sitios desconocidos y lejanos o residamos en lugares con dificultades de comunicación, lo que es cada vez más difícil.
¿Y con este marco será posible que las empresas sean sensibles a la necesaria desconexión de los medios tecnológicos?
¿Nosotros seremos capaces de desconectarnos del mundo y dedicarnos a lo que tanto se reclama como conciliación de la vida personal?
De momento, me inclino a responder negativamente a ambas cuestiones y no tengo muchas esperanzas de que vayamos por el camino adecuado a estos efectos; cuántas personas conocemos que fueron intentando resistirse a un uso, quizás exacerbado, de los medios de comunicación tecnológicos y han acabado sucumbiendo ante la forma de vida que se impone… ¿Serán estos intentos legislativos una quimera?
Desde luego se trata de una situación que alcanza a todos los ámbitos de la vida, profesionales y personales y, por ello, la relación de todo esto con la prevención de riesgos laborales es clara; por ejemplo, el descanso y la desconexión son necesarios y si no se producen durante un largo período de tiempo el nivel de estrés se incrementa, ya hay numerosos estudios donde esta relación se observa nítidamente y, por otro lado, la productividad tenderá a bajar.
¿Es posible que, en general, no estemos sabiendo usar los medios tecnológicos que el desarrollo pone en nuestra mano y hayamos creado un monstruo que controla nuestras vidas?
A ver si va a resultar que va a tener razón mi buen amigo José María Viñas, Profesor de Derecho del Trabajo y Seguridad Social de la Universidad de Granada, cuando dice que “el nivel de felicidad es directamente proporcional a la duración de la batería del móvil”.
¿Algo se está moviendo para que tengamos mayor calidad de vida y no convertirnos en cadáveres vivientes conectados a internet?
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