Seguro que todos tenemos en mente la idea de la PRL multidisciplinar, que el Reglamento de los Servicios de Prevención, promueve en su Anexo III, al establecer los criterios formativos de los tres niveles establecidos para el desempeño de las funciones preventivas. Sin embargo, en la práctica, ¿dónde ha quedado esta cuestión fundamental?
Sólo hay que darse una vuelta por las ofertas de empleo de Técnicos de PRL, para observar el sesgo que sufre la profesión hacia ciertas ramas del conocimiento, en detrimento de otras. La inmensa mayoría (incluidos los SPA’s) solicitan ingenieros, arquitectos, químicos, u otros estudios de esos que se autodenominan “de ciencias”, como si el resto no lo fueran. Suele justificarse en base a los procesos productivos a los que se destina la empresa, sin embargo, suelen olvidarse de que sea cuales sean estos, siempre son desempeñados por la parte que la PRL pretende proteger: las personas.
Esas cosmovisiones se manejan en el discernimiento de “lo seguro”, esa dicotomía certera entre el “sí”, y el “no”, sin embargo, en todo aquello que contempla un “quizás”, se pierden, y ahí, en ese rango, precisamente, es donde se encuentra la conducta humana de los trabajadores.
Todo esto puede ser consecuencia de enfocarnos principalmente en aquello de las “condiciones de trabajo”, importantes, sin duda, pero muy limitadas cuando lo que debe enfrentarlas es “un alma”; es decir, esa combinación múltiple de pensamientos, emociones y necesidades, que determinan decisiones, reflejadas en comportamientos que derivan en la productividad humana. Ahí, los estudios “de ciencias”, se bloquean.
Y la PRL se encuentra en este estado desde hace años, con su buena voluntad de arreglar el Mundo y solucionar todos los problemas, pero con la perspectiva de un chapista que quisiera arreglar un coche, sin ocuparse del funcionamiento de su motor, ni de su ordenador de a bordo. La PRL que considera lo humano como lo puramente físico, es, simplemente, inhumana.
Nos extraña luego que aún no se nos considere como una profesión de auténtico valor, cuando es demasiado obvio que en la mayoría de nuestras investigaciones de accidentes culpamos al trabajador (y a su “error humano”), porque las medidas físicas están implantadas, y así eludimos nuestra responsabilidad de hacer nuestro trabajo completamente, quedando “guay” con el que nos paga, pero dinamitando a su vez que el trabajador tenga en cuenta nuestras recomendaciones (total, para lo que le valemos…).
Y abordamos más y más aspectos, como el de la Seguridad Vial tan en boga últimamente, pero que si no se enfoca en el amplio contexto de los ritmos de trabajo soportables, el imprescindible descanso, el adecuado procesamiento de la información y la toma de decisiones correctas del conductor (aspectos todos ellos psicosociales), no haremos más que describir el problema, sin aportar soluciones realmente valiosas.
Quizás haya que darle una profunda pensada al rumbo marcado… Quizás haya que replantearse esta visión “matemática” en un entorno laboral multifactorial, cuya dificultad se sigue incrementando de forma paulatina… Quizás haya que tener más en cuenta la probabilidad que la certeza, manejándonos en un Mundo mucho más complejo que el dicotómico; y ahí, hay profesionales que nos manejamos mejor, porque nos hemos acostumbrado a tolerar la amplitud de la variedad de posibles sucesos, frente a los que estudiaron aquello de que “a” más “b” es igual a “c”.
Se me ocurre que quedan, pues, dos opciones para solucionar esto: o seguir persiguiendo la multidisciplinariedad planteada en el inicio, para el abordaje de las problemáticas preventivas, que puede conllevar un gasto desorbitado de profesionales cualificados en los equipos de PRL, y por tanto, resultar normalmente inviable; o bien diseñar una formación técnica multidisciplinar desde la base (no en postgrados), educando profesionales que reúnan las diversas cosmovisiones en una misma persona, en vez limitarse a considerar que los “matemáticos” son más aptos que los “estadísticos”, como se viene haciendo.
Mientras llega el cambio definitivo, por favor, seamos conscientes del sesgo y tratemos de equilibrarlo tanto como sea posible. Incorporemos las ciencias humanas a los equipos preventivos, para dejar de ser simplistas, o seguiremos siendo cuestionados, criticados, rechazados, y en consecuencia, inapropiados, o lo que es más importante, absolutamente inútiles.
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