Como agua de mayo y para los más suertudos, por fin han llegado las merecidas vacaciones de verano, el período más deseado del año, tres o cuatro semanas en el mejor de los casos para la mayor parte de las personas que trabajan.
Y llega el día clave, ese momento en el que se prepara la maleta: ¿qué metemos en ella? Ropa adecuada, por supuesto, cámara de fotos, neceser, tal vez el portátil, la tablet, el cargador, unos libros… Muchos nos preguntamos si durante las vacaciones tenemos que aprovechar para leer ese artículo o ese libro profesional que aún no hemos podido terminar: ¿me llevo ese fastidioso artículo para acabarlo de una vez? ¿y el curso que tengo que impartir justo a la vuelta? Una vez hecha la maleta, surge otra cuestión vacacional: ¿tenemos que estar pendientes de las incidencias y problemas del trabajo? Todas estas cuestiones nos llevan al mismo sitio: si desconectamos por completo del trabajo (put off), o si, por el contrario, hemos de mantener un fino hilo de conexión (put on), bien para atender posibles problemas, o bien porque el relax vacacional nos permite hacer cosas (del trabajo) que no hemos podido realizar antes por la falta de tiempo en el día a día.
Según un reciente análisis elaborado por la empresa de recursos humanos Randstad, revela que uno de cada tres de los profesionales españoles (32,5%), no logra desconectar durante las vacaciones, por lo que permanecen en modo “put on” durante este deseado periodo estival. El informe señala además, que a menor edad mayor es la dificultad para desconectar. De esta forma, los menores de 25 años son los profesionales que menos desconectan (38,6%), seguido de los empleados con edades comprendidas entre los 25 y los 45 (33,2%) y los mayores de 45 años, de los cuales el 29,5% no consigue olvidarse del trabajo.
Pero, ¿Cuáles son las causas de esta falta de desconexión? La razón principal es la dificultad para desvincularse de los temas laborales (48,1%). Otra razón importante es el contacto desde la empresa, es decir, el 27,5% de los trabajadores que no desconectan declara que es porque es contactado por su empresa. Los medios más habituales para mantener ese contacto entre trabajador y empresa son el teléfono móvil, a través de llamadas (34,7%) y mensajería instantánea (32,6%), el correo electrónico (26,1%) o lo que es aún peor, a través del wathsapp. Mucha gente, aunque no quiera, se lleva trabajo a casa porque actualmente la oficina viaja con nosotros en nuestros móviles, nuestros portátiles y otros dispositivos que se nos han colado en la maleta.
Entre el resto de motivos que dificultan adoptar el modo “put off” están la imposibilidad de delegar tareas al ser la única persona en gestionar determinadas funciones (16%), la dificultad en delegar en otro compañero (5,9%) y el contacto con la empresa por parte del trabajador (2,4%).
Pero que esto sea una práctica habitual en muchas “des-organizaciones”, no significa en absoluto que sea mínimamente saludable, sino más bien todo lo contrario. Desconectar en vacaciones es un hecho más importante de lo que nos puede parecer a primera vista. Es una necesidad fisiológica y psicológica. Tras un largo periodo de trabajo, si el profesional no logra descansar un mínimo de tiempo, su productividad descenderá, siendo perjudicial tanto para la empresa como para el propio trabajador. Es importante que no sólo el profesional sea consciente de este hecho, sino que la propia empresa evite contactarle para lograr así una desconexión completa y conseguir que el trabajador regrese con las pilas físicas y mentales bien recargadas, lo que redundara en un rendimiento pleno a su vuelta del periodo vacacional, si no es una víctima del “síndrome postvacacional”, del que tanto hablaremos a la vuelta de unas pocas semanas.
Pero a esta práctica perversa, habría que sumar otro factor individual, que es el tiempo que necesitamos cada uno para desconectar del trabajo. Así, un 27,2% de los trabajadores pasan a modo “put off” el primer día de vacaciones (que afortunados), un 26,5$, lo harían entre el 2º y tercer día, un 14,1% entre el 4º día y 1 semana, un 21,8% precisan entre 1-2 semanas, y finalmente, un 10,4% refieren necesitar más de 2 semanas.
El estrés laboral que sufrimos hoy día no se debe sólo a la presión que ejerce directamente el trabajo, sino que también existe una presión indirecta y un control del trabajador a través de las nuevas tecnologías. Es el llamado tecnoestrés, que nos ha llevado al extremo de que algunos trabajadores lleguen a temer perder su empleo si no contestan eficientemente los mails que reciben del trabajo.
¿Pero esto, tiene alguna solución? Si nos referimos a la desconexión laboral y el tecnoestrés no podemos dejar de señalar a Francia. En el país vecino se ha realizado a comienzos de 2017 una atrevida reforma laboral, reforma que, en lo concerniente a lo que nos interesa, ha sido completamente innovadora: las empresas con más de 50 empleados tienen que negociar y concertar qué prácticas son adecuadas para que se pueda garantizar el derecho a desconectar del trabajo, y cada empresa tiene que buscar soluciones a su medida. Es cierto que la ley no facilita unas pautas concretas, ni tampoco marca un régimen sancionador específico, pero Francia, como ha sucedido en otras ocasiones, es pionera marcando un ejemplo de por dónde encauzar la legislación en el ámbito laboral. En este caso se trata de reconocer el derecho al descanso y a la desconexión, algo que las nuevas tecnologías nos ponen muy difícil.
Sin embargo, no tenemos que ser pesimistas. Por una parte, los aires franceses siempre han influido en España. De hecho, el Ministerio de Empleo ha mencionado en varias ocasiones la posibilidad de regular este derecho, aunque aún no definido nada. Por otro lado, alguna empresa española ya ha tomado la iniciativa, concretamente la aseguradora Axa, que recientemente ha regulado el “derecho a la desconexión de sus empleados”, incluyendo en su convenio colectivo el derecho de la plantilla a no responder a mensajes o llamadas fuera de su horario laboral.
Si volvemos a la pregunta del inicio (¿desconectamos por completo del trabajo en vacaciones?), la respuesta debería ser afirmativa. Esta cuestión la he desglosado en dos partes. Una es mantener un hilo de conexión, haciendo cosas que no hemos podido hacer, sea preparar una formación, escribir un artículo o leer una actualización. Mi consejo es dejar a un lado todo lo que sea estrictamente trabajo, salvo que realmente no quede otro remedio, en cuyo caso, debe buscarse un tiempo concreto y limitado (por ejemplo, el martes de 8 a 11), para que el trabajo pendiente no nos despiste de lo más importante: descansar.
La otra parte del otro hilo de conexión nombrado son las incidencias y problemas que nos traen los mails, mensajes o grupos de Whatsapp. Aquí, de nuevo, hay que ser contundentes: debemos desconectar por completo. Hay que dejar nuestro trabajo organizado de tal manera que otra persona de la organización pueda responder a estas cuestiones.
Nuestro sentido de la obligación y, sobre todo, las nuevas tecnologías están provocando que se difuminen las fronteras entre vida profesional y personal. Descansar y desconectar es una obligación tan seria como rendir en el trabajo; de hecho, si no lo hacemos bien, no rendiremos de forma satisfactoria en nuestro trabajo. Y si no descansamos adecuadamente, estaremos el resto del año malhumorado y cansado por no haber reposado cuando teníamos la obligación de hacerlo. Sin olvidar que, además de pagarlo nosotros, lo pagan nuestros amigos y familiares.
Como decía Félix Torán, el descanso es parte del trabajo y viceversa. Si descansas bien, trabajarás bien. Si trabajas bien, descansarás agusto. ¡Felices y relajadas vacaciones!
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