Aunque no hay una sola definición de cultura preventiva, actualmente se puede decir que es el conjunto de actitudes y creencias positivas (compartidas por todos en la empresa) sobre salud, riesgos, accidentes, enfermedades y medidas preventivas.
El concepto de “cultura de seguridad” nace en los años 80 vinculado fundamentalmente a los accidentes mayores y, en concreto, al accidente nuclear de Chrenobyl, pasando a ser denominado “cultura preventiva”. Con el tiempo esta denominación se amplía al conjunto de riesgos y adopta una dimensión global.
Bajo mi punto de vista, en la cultura preventiva existen dos elementos básicos, más allá de todo el conglomerado de actitudes, creencias, medidas de marketing… que se utilizan para vender la maravillosa implantación que existe de la cultura preventiva en mi organización, en mi comunidad, en mi país, etc. Esos elementos básicos son la Dirección y la Educación Preventiva.
En la Dirección podemos englobar a todos aquellos actores que tienen un rol de mando dentro de una organización pública o privada (directores, gerentes, mandos intermedios directivos, presidentes, concejales…). Estos actores son los primeros que deben estar concienciados y deben dar un ejemplo continuo para poder crear y fomentar dicha cultura dentro de la organización, ya sea pública o privada, deben participar en todas las actuaciones que tengan que ver con la seguridad y salud en su organización; deben fomentar la implantación, premiar la implicación y la creatividad en la aplicación o desarrollo de dichas medidas.
Pero, ¿por qué suele fallar este elemento? Aquí entramos en una cuestión generacional, y es donde se puede observar que el primero de los elementos “La Educación Preventiva” ha fallado, está fallando o su implantación a lo largo de estos años ha sido superficial. Estamos o tenemos un modelo de Imposición/Sanción frente a lo que debería ser un modelo de Interiorización.
Cambiar pensamientos o formas de actuar generacionales es una tarea ardua y todos los agentes encargados de hacerlo (administración, dirección, trabajadores responsables de la seguridad…) deben estar muy bien coordinados.
Todavía hoy se siguen utilizando expresiones como: “Llevo 40 años trabajando y nunca me he caído de un andamio” “No vas a venir tu aquí a enseñarme cómo funciona esta máquina” “En mi empresa no hay casi riesgos”. “La adjudicación ha sido para la oferta de menor importe” “Estamos en una reunión importante: no podemos participar en el simulacro”. “Primero haz esto y la prevención ya la veremos más adelante. Eso no es tan importante”. “¿Pero eso es obligatorio?”(Esta pregunta debería ser un suspenso para todo aspirante a empresario o asesor laboral)
Ese cambio o evolución mental solo se puede conseguir con una implicación real de los actores que tienen el rol de dirección, responsabilidad pública, educativa, etc. Pero, ¿cómo concienciamos y se conciencian unos actores con dicha responsabilidad cuando pertenecen a la misma franja y pensamiento generacional? Esta es una pregunta que me hago todos los días.
Una de las actuaciones que he visto funcionar es la incentivación a todos los niveles. Puede considerarse una medida fácil y poco creativa, pero después de 12 años en el sector de la PRL considero que es una medida muy efectiva mientras no se trabaje desde otra perspectiva el elemento más básico: “La Educación Preventiva”.
Igual que estamos creando o hemos creado ya una cultura bilingüe para tener generaciones futuras o presentes de “Spanglishablantes” o “Bilingüihablantes”, deberíamos empezar a crear o incrementar las actuaciones para tener esas generaciones futuras o presentes de “Cultuprevenciohablantes” o “Cultuprevencioactuantes”, ya que primero se trata de actuar y luego hablar. Debemos imponer la interiorización a la sanción e imposición, y eso solo se puede conseguir desde la base y con individuos que no han adquirido vicios laborales, sociales, empresariales…
La introducción en los planes de estudios de asignaturas o espacios específicos destinados al fomento de dicha cultura es fundamental. Estas asignaturas o espacios deben estar bien diseñados y adaptados a los distintos niveles dentro de nuestra educación. De lo contrario, seguiremos fallando y parcheando, es decir, seguiremos adoptando medidas aisladas, seguiremos haciendo amagos, intentos…
Todo debe comenzar con cursos de primeros auxilios, seguridad vial, riesgos psicosociales o accidentes domésticos y terminar con la elaboración de planes específicos de implantación de medidas preventivas o de cultura preventiva en una organización pública o privada; pero todo ello bien planificado, coordinado y, sobre todo, convencidos de que este esfuerzo tiene una repercusión positiva en generaciones futuras, que conformarán nuestra sociedad, trabajadores y empresas venideros.
Para finalizar, decir que hace unos días leí una noticia en la que un Directivo de PRL ponía en cuestión una escena de la película Tadeo Jones: El secreto del rey Midas.
S.C. (Director del Dpto. de PRL de la empresa A.M y que acudió con su hijo al cine) hace referencia a una escena en la que se comedia, a su juicio, con la Seguridad Laboral en una obra de construcción. Este es otro ejemplo de que la “Educación Preventiva” no está siendo abordada desde la perspectiva que debiera.
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