“Donde quiera que vayas ve con el ánimo de contribuir
Aprovecho que el Circo del Sol está de gira por España para quedar con Javier Pérez que es su Head of Security para Europa. Profesional que tiene bajo su responsabilidad la prevención de riesgos laborales de las giras europeas de esta gran empresa del espectáculo. La cita es en la cantina del circo donde nos rodean los artistas comiendo algo o tomando un café en bata aunque maquillados para salir a la pista cuando les corresponda. Llama la atención la amabilidad y el buen rollo con el que todos le saludan. Como si fuera uno más de la troupe.
Antonio Hernández (AH) – ¿Cuál es su puesto de trabajo en el Circo del Sol? ¿Cómo se llama?
Javier Pérez (JP) – Mi puesto de trabajo se llama Security Team Leader siguiendo la nomenclatura del Circo de Sol, que cambió hace un año aproximadamente. Se corresponde con lo que en Norteamérica se llama Head of Security.
AH – ¿Qué hace un Head of Security?
JP – Velar por la seguridad de las instalaciones, coordinar al equipo de primera intervención en caso de emergencias. Por ejemplo, coordinar al equipo médico cuando algún trabajador o cliente se pone malo en nuestras instalaciones.
También soy el Jefe de Primera Intervención en caso de emergencias y evacuación. Doy apoyo al equipo de Permisos durante el proceso de obtención de la licencia de apertura en cada nueva ciudad y me encargo del mantenimiento de los equipos de extinción de incendio y de las medidas de seguridad.
Por otro lado, formo a los equipos que se contratan localmente para que cumplan con los protocolos de seguridad del circo en cada ciudad que visitamos. Incluida la formación del equipo local en la atención al cliente desde el punto de vista de la seguridad. El Circo del Sol presta mucha atención a como percibe el cliente la experiencia del espectáculo y eso comienza desde el primer acceso en la puerta de entrada, las medidas de seguridad, etcétera.
Somos una empresa que va a más de 50 países en 5 continentes, y por ello nuestra protección fiduciaria es muy fuerte y, por tanto, es importantísimo que se respeten nuestros protocolos. A la vez que hay que armonizar dichos protocolos con la legislación local porque si no nos dan las licencias de apertura.
Además, tengo que asegurar que las políticas de seguridad se cumplan, se sigan y se respeten. Encontrar desviaciones y corregirlas.
AH – Ha dicho que tiene equipo ¿es un equipo permanente o cambia cuando el circo se mueve?
JP – Ojalá fuera permanente. Cuando estamos en España trabajamos con un proveedor con el que se lleva haciendo desde hace más de 12 años a no ser que haya un factor externo a nuestra voluntad que nos obligue a cambiar.
Pero en el momento que traspasamos las fronteras del país tenemos que cambiar a otro equipo local. Los motivos son dos. El primero que los servicios de seguridad no están todavía plenamente internacionalizados en la Unión Europea. Por tanto, la chapa de vigilante de seguridad española no te habilita para trabajar en otro país de Europa.
El segundo lugar es el idioma. Se necesita personal que hable el idioma local porque están de cara al público. No es posible llevarse el equipo de España a Francia porque no hablan francés.
AH- ¿Cómo de importante son los idiomas para un rol como el suyo?
JP – El idioma vehicular en el circo es el inglés, el idioma que hay que hablar muy bien. El francés viene muy bien porque el Circo del Sol procede de la región francófona de Canadá. Tengo muchos compañeros que hablan francés y la mayoría de las comunicaciones de la empresa se hacen en francés y en inglés.
Por supuesto, cualquier otro idioma que añadas a la ecuación siempre viene bien, porque en este mundo trabajas con gente de muchos países. Solo en el espectáculo de TOTEM hay 28 nacionalidades distintas. Además, si vas a Alemania y hablas alemán es una ayuda extra porque no dependes tanto de la empresa local y puedes interactuar con las autoridades locales directamente.
AH – ¿Se les pide a los equipos locales que hablen otros idiomas además del suyo?
JP – Sí, les pido que hablen inglés fluido. En España tenemos mucha obsesión con los títulos y los niveles. A mi eso me da igual. Cuando entrevisto a un supervisor para trabajar con nosotros le hago la entrevista en inglés. Si es capaz de mantener la entrevista en inglés me vale y si no es capaz no me vale.
Aunque si veo que no es capaz pero que le pone interés y que tiene capacidad para mejorar le puedo dar la oportunidad. Por ejemplo, hay personas que empezaron a trabajar con nosotros hace 5 giras hablando un inglés mediocre y ahora hablan bastante bien. Porque si hablas inglés todo el día, durante todos los días que dura la gira, tu inglés mejora.
AH – ¿Resulta fácil aplicar los estándares de seguridad y prevención de riesgos del Circo del Sol alrededor del mundo?
JP – No [dice con seguridad y sonríe]. Son muy exigentes. Las políticas internas siempre se pueden endurecer. Ese no es el problema. El problema es que cuando viajas, por ejemplo, a Sudamérica, la cultura de prevención no está tan implantada como en Norteamérica o como en Europa. Hacer allí que vengan a trabajar con botas de seguridad es mucho más difícil. Por desgracia, tienes que ser laxo con los equipos locales porque en el país en el que estás no existe esa cultura.
A los empleados directos del Circo se les exige constantemente, sin excepciones, pero por desgracia, cuando tienes que trabajar con equipos locales te puedes encontrar con que ninguna empresa los cumple y que no puedes cambiar las estructuras o formas de trabajar de un país. Su cultura preventiva. Tienes que trabajar con lo que tienes.
AH – Cuando una empresa trabaja con el Circo del Sol ¿cambia su cultura preventiva?
JP – En líneas generales, sí. El problema está en que cuando esas personas se acostumbra a trabajar como trabajamos nosotros y luego vuelven al mercado laboral local es difícil que se encuentren con las políticas y los medios que el Circo del Sol pone a su disposición en prevención de riesgos laborales.
Te pongo un ejemplo, un electricista que venga a arreglar un lavavajillas en cualquier país, se le pide que tenga botas de seguridad, que antes de entrar se tome su tiempo para equiparse, que compruebe que los equipos estén desconectados. En fin, que se cumplan una serie de medidas previas antes de comenzar a trabajar. Los trabajadores se acostumbran a trabajar de esta manera con nosotros. Pero si van a otras empresas o lugares en los que lo que importa es hacer la faena sin más, estas políticas y procedimientos de seguridad sufren y puede que se dejen de hacer.
Sí que creo, porque además lo he visto, que tenemos impacto en aquellas empresas con las que trabajamos. La permanencia de ese impacto o la duración de ese impulso varía mucho dependiendo de la empresa, de la cultura preventiva del país y de las organizaciones. Por desgracia, no puedes educar a todo el mundo durante todo el tiempo.
AH – ¿Cómo ha llegado Javier Pérez al Circo del Sol?
JP – Mi historia es un poco larga. Soy diplomado en Empresariales y técnico superior en prevención de riesgos laborales con las tres especialidades. Antes de acabar la carrera ya me había sacado el título de técnico intermedio en prevención de riesgos laborales y había trabajado un año en una refinería.
AH – ¿Por qué un diplomado en Empresariales se hace técnico en prevención de riesgos laborales? ¿No son campos alejados?
JP – En realidad no. Por desgracia en España se incide mucho en que sean perfiles técnicos, pero creo que es un enfoque equivocado. La Ley de Prevención de Riesgos Laborales dice que la prevención tiene que estar implementada en todos los niveles jerárquicos de la empresa.
Eso incluye, pero no restringe la prevención a la tecnoestructura. Los profesionales cualificados y técnicos tienen que estar incluidos, pero no necesariamente al cargo de la prevención. Es decir, un directivo de cualquier empresa con un master en dirección de empresas internacionales también necesita formación en prevención de riesgos laborales porque forma parte de sus responsabilidades. Además, un enfoque informado en este tema será muy valioso especialmente si se incluye la dimensión preventiva en el plan de empresa desde el principio, no cuando pase por manos de los “técnicos”.
AH – Tiene razón, pero le preguntaba más por su interés personal por la materia habiendo estudiado empresariales
JP – Estaba estudiando matemáticas en la universidad y me cambié a empresariales a principios del año 2000. Entonces me llamó mucho la atención la gestión de la calidad y riesgos laborales que estaban en alza. Coincidió con que la ley de prevención de riesgos de 1995 se empezó a aplicar en serio.
Varias consultoras aparecieron por la universidad de Sevilla ofreciendo el curso. Lo que decían era que en aquel momento la formación en prevención era un curso pero que dejaría de serlo en el futuro para pasar a ser un grado. Cuando yo me formé como técnico intermedio era un curso de 300 horas y era el momento de acumular títulos.
También me llamó la atención porque con diecisiete años trabajé en una acerería como peón electricista donde vi un montón de cosas que me pusieron el pelo blanco.
Cursé el master para ser técnico superior al terminar la carrera. Estaba comenzando el grado, pero todavía había opción para hacerlo como postgrado. Además, si lo hacía con el mismo proveedor que el intermedio me daban facilidades de pago. Aproveché la oportunidad.
AH – ¿Cuál fue el siguiente paso?
JP – Empecé a trabajar de asesor. Entré en una asesoría de empresas como contable. En dicha asesoría había una persona experta en relaciones laborales que dominaba nóminas y pensiones, y que aunque sabía algo de riesgos laborales no estaba formada para responder las consultas de las empresas. Como yo tenía formación me ofrecí.
AH – ¿Para qué tipo de empresas trabajó en dicha asesoría?
JP – De todo, porque se trata de una asesoría que lleva muchos años implantada en el sur de España con clientes muy diversos. Desde una cadena de gasolineras hasta el puesto de pipas de la esquina, pasando por un restaurante.
AH – ¿Qué le aportó esta experiencia?
JP – Los distintos puntos de vista con los que se enfrentan los pequeños y medianos empresarios a la prevención. Cuando tenían que hacer reformas y tenían que pedir licencias o permisos se les hacía un mundo y es ahí cuando entraba yo.
AH – En 2010 dejó la asesoría ¿a dónde se fue?
JP – Me despedí y me fui al paro. Pensé que con 30 años, formación, experiencia y hablando cuatro idiomas difícil sería que no encontrase algo mejor que lo que tenía. A los dos meses estaba que me subía por las paredes porque no salía nada.
AH –¿Buscaba trabajo específicamente en prevención?
JP – En principio miraba en prevención por la comodidad, pero realmente buscaba de cualquier cosa. Tenía un amigo en la facultad con el que había hecho trabajos de poca monta para pagarme la carrera. Cosas como descargar camiones, montar escenarios,… Estaba que me subía por las paredes. No porque me faltara el dinero, sino porque tenía que hacer algo y lo llamé. Entonces me dijo que hacía falta un chico que hablase inglés bien para trabajar para el Circo del Sol. Así comencé a trabajar para un espectáculo llamado Corteo como auxiliar de seguridad a través de la empresa que les daba el servicio de seguridad. Aunque no fue mi primer contacto con el circo. Yo ya había trabajado para el circo en Varekai descargando camiones.
AH – O sea que en principio no estaba contratado directamente por el circo
JP – Llevo contratado directamente por el circo tres años. Antes he trabajado mucho para ellos como freelance.
AH – ¿Cuáles fueron los siguientes pasos?
JP – Luego me pasé a vender camisetas y palomitas porque pagaban más. Fue un verano y me lo pasé estupendamente. Visité varias ciudades españolas.
Posteriormente me llamaron para trabajar de técnico en Zarkana, otro espectáculo del circo. Ocupé el puesto de utilero. Durante la carrera había trabajado mucho en el mundo del bolo donde adquirí habilidades usando las herramientas.
Aquí hice un poco de prevención porque Zarkana era un espectáculo muy grande con equipos muy grandes y hacían falta un recurso preventivo. Así que le comenté a la empresa para la que trabajaba que si querían podía asumir el rol de recurso preventivo en el backstage.
AH – Escuchándole me doy cuenta de que usted siempre ha dado el primer paso ¿cómo de importante ha sido eso en su carrera profesional?
JP – Yo creo que lo más importante en mi carrera ha sido tratar de ser humilde y paciente. Creo que una de las peores cosas que hacen los profesores de la universidad es convencerte de que eres especial. Es verdad que lo eres, pero también lo son todos tus compañeros de modo que lo que te distingue es tu actitud.
Tengo amigos, que habiendo sido mejores estudiantes que yo, se han quedado sentados en casa esperando que la oportunidad les viniese a buscar y lo han pasado mal.
Yo siempre he sido inquieto. Y donde quiera que he ido yo nunca me he creído mejor que el trabajo que hago. Cuando he estado cargando camiones, con una diplomatura y con un postgrado, nunca he dicho yo no hago esto, sino que me he dicho “Esto es lo que hay”. He procurado estar en paz conmigo mismo y así es más fácil detectar una oportunidad.
Por ejemplo, cuando yo estaba trabajando de utilero era un utilero más del equipo. Podíamos ser unas 20 personas y yo era uno más. Sin embargo, me di cuenta de que necesitaban un recurso preventivo en el lugar de trabajo y se lo dije a mi jefe. No fue una excusa para pedir un aumento de salario. Estaba allí para ayudar.
Mi gran suerte es cuando yo he llegado con espíritu de ayudar, la gente ha confiado en mí. Creo que este es el consejo que le daría a la gente que empieza ahora. Donde quiera que vayas, ve con el ánimo de ayudar, de contribuir.
AH – ¿Qué hizo cuando acabó de utilero?
JP – Empiezo a hace freelancing para el sector de eventos. Creo que mi perfil no es muy frecuente porque entiendo de empresa, de prevención de riesgos laborales y tengo habilidades técnicas como saber lidiar con un telón que no baja o entender un cuadro de luces. Pero creo que principalmente es mi afán de contribuir, de echar una mano donde haga falta. Así iban saliendo bolos y me iban llamando.
Luego fue mejorando la economía y fueron saliendo bolos más grandes y de mayor duración para los que me empezaron a llamar de técnico de riesgos laborales. Me contrataban cuando me necesitaban.
Estoy así durante varios años hasta que comienzo a trabajar en un crucero de río en Francia para una empresa norteamericana. Estuve en Francia dos años. La empresa estaba en plena expansión y me proporcionó muy buenas oportunidades profesionales. Sin embargo, el trabajo en el mundo del crucero es psicológicamente muy duro. Trabajas 7 días a la semana, 10 horas al día. Ganas dinero, pero estás alejado de todo lo que quieres. Así me cambié cuando encontré trabajo en tierra, en un hotel en Tenerife. Estuve en el hotel unos cuantos meses hasta que el circo me llamó.
AH – ¿Cómo se produjo esa llamada?
JP – En realidad me recomendó el Jefe de Seguridad del circo para Europa porque él se iba a Norteamérica. Él me conocía porque había trabajado para el Circo del Sol en Madrid y Bilbao dos meses cuando vinieron con Kooza. Fue un trabajo que hice antes de irme a Francia.
Trabajé como Supervisor Local de Seguridad. Me encargaba de mediar entre los vigilantes de seguridad y él, ya que es holandés y no habla español, por lo que necesitaba alguien que mediara.
Cuando se iba a ir le pidieron varios nombres de personas que podrían ocupar su puesto y dio mi nombre entre otros. Resultó que el único que estaba disponible era yo, bueno, no era así estaba trabajando en el hotel de Tenerife. Pero es que el mundo del evento o del bolo se te mete en las venas.
AH – ¿Por qué?
JP – Porque es verdad el dicho de que el show must go on, el bolo, el espectáculo no se para nunca, tiene que salir adelante. Tiene un horizonte a corto plazo, un deadline claro y se trabaja para conseguirlo. Esa es la mentalidad que yo traía de haber trabajado en el crucero.
AH – ¿No era esa la mentalidad del hotel?
JP – El proyecto del hotel tenía un horizonte temporal largo. Todo podía esperar. Se buscaba mucha consultoría y mucha ayuda técnica. Si había un problema había que esperar a que nos dieran la aprobación desde la dirección corporativa. Entiendo esa forma de funcionar pero es un corsé un pelín estrecho cuando vienes de un entorno tan dinámico.
AH – ¿Es muy difícil trabajar con artistas? ¿Conseguir que sigan los estándares de seguridad?
JP – Te voy a responder con una pregunta ¿Qué es un artista?
AH – ¿Y qué es un artista?
JP – Para mí, un artista es una personalidad tan extrema que ha desarrollado un conjunto de habilidades hasta el límite posible. Partiendo de esa base, tienes que entender tú al artista y no el artista a ti. Con humildad y paciencia descubres la forma de hablar con cada uno de ellos. Hay algunos con los que es más difícil o que cuesta más trabajo. También hay otros con los que la química es instantánea y no tienes ningún problema.
Tienes que entender que no es la otra persona la que te tiene que entenderte a ti, sino que eres tú el que tiene dar un mensaje claro a la otra persona.
Como prevencionistas nuestra misión no es crear un entorno de trabajo seguro. Nuestra misión es pedagógica y que la gente entienda que el entorno seguro es responsabilidad de todos.
No se trata de que, por ejemplo, un técnico de luces se ponga el arnés cuando escala. No es una cuestión normativa. Si no de que entienda porque tiene que ser así. Hacerle entender que estamos para ayudarles, que no hay que elegir entre producción y prevención, sino buscar el equilibrio entre ambos, y que tú estás trabajando para ellos, no ellos para ti.
AH – Viendo TOTEM y otros espectáculos del Circo del Sol se nota que hay una muy buena integración de la prevención en el espectáculo ¿cómo se trabaja eso?
JP – La prevención está integrada a todos los niveles jerárquicos. Por tanto, cuando se crea un número se hace teniendo en cuenta todas las medidas de seguridad que tiene que haber a disposición del artista o de los artistas que ejecutan ese número. Desde un punto de vista artístico la seguridad es problemática porque espectacularidad y riesgo suelen ir de la mano.
Se discute mucho cuando se hace un número. Se trata de equilibrar la espectacularidad del número con la seguridad del artista. Hay un chiste entre artistas en el que dicen que el que decide sin un acto tiene red o no es el seguro. No es cierto, pero tiene algo de verdad. Cuando hay un número que es especialmente peligroso se valora si el riesgo merece la pena.
En el Circo del Sol hay un departamento de show quality que se encarga de evaluar la calidad de todos los espectáculos que tiene en el mundo. Si hay un número muy espectacular pero que es muy peligroso, se evalúa si se puede retirar del show sin afectar la calidad del espectáculo. Es algo que está dentro de la mentalidad con la que se hacen los espectáculos del circo. Algo en lo que yo ni siquiera intervengo.
Por eso, los artistas siguen unos entrenamientos muy rigurosos y están supervisados constantemente por el director artístico, el asistente del director artístico, el entrenador o los entrenadores dependiendo del show y el director de escena.
Cuando un artista no está en condiciones, por el motivo que sea, aunque sean décimas de fiebre, no actúa. Así que siempre que se lleva a cabo una rutina que es peligrosa, se hace cuando se está firmemente convencido de que esa persona está físicamente en forma, mentalmente alerta y de que se han tomado todas las medidas razonables para mantener su seguridad.
Además, siempre hay preparado un equipo de primera intervención para dar respuesta a cualquier incidente.
AH – Además de las medidas de seguridad ¿se cuida el bienestar de los artistas?
JP – Por supuesto, hay servicios de tour que se encargan exactamente de eso. Los menús de la cantina no son al azar. Se programan semanalmente. Hay una jefa de cocina que se encarga de que en cualquier momento haya una proteína de carne, una de pescado y una opción vegetariana.
Si se sabe que una persona del espectáculo es alérgico a algo se informa a la cocina para que esa persona siempre conozca que alérgenos pueden tener los alimentos. Si el alérgeno es de uso muy común, se advierte a la persona, pero si el alérgeno es un alimento muy raro, se prescinde del mismo para todo el tour.
AH – ¿Cómo es la asistencia sanitaria para los trabajadores del circo?
JP – Hay dos fisioterapeutas miembros permanentes de la gira. Localmente se contrata siempre un masajista y un instructor de pilates. Además, tenemos un seguro médico que cubre a los trabajadores en cualquier parte del mundo.
AH – ¿A quién reporta?
JP – Mi supervisor directo es el Company Manager (Director General de la Gira). Le informo directamente a él. Esto me da bastante autonomía para interactuar con otros departamentos como yo crea conveniente
También existe un departamento corporativo de seguridad que proporciona las guías generales. Aunque a veces los procedimientos que se crean en Norteamérica son difíciles de ajustar para Europa.
AH – ¿Cuál es principal problema que se encuentra para hacer los ajustes?
JP – La mentalidad con la que están construidos. En Norteamérica cuando te mueves de Seattle a Kansas, has recorrido 5000 km. en el mismo país y con el mismo idioma. Es cierto que la gente cambia, pero sigue siendo el mismo país, la misma legislación y con el mismo idioma. Sin embargo, si te vas de Biarritz a Toulouse, solo has hecho 200 km. y la gente ya no habla tu idioma.
Los norteamericanos chocan mucho con esto, sobre todo si siempre han trabajado allí, mientras que los europeos lo vivimos como algo natural. Allí un procedimiento que se hace en Canadá se puede aplicar en Estados Unidos casi en un 97%. En Europa no. Te mueves de Madrid a París y la situación puede cambiar por completo. Como por ejemplo, cambian las autoridades a las que tienes que informar o pedir los permisos.
AH – ¿Cuál cree que es el futuro del rol del prevencionista?
JP – La verdad es que no diseño mi puesto de trabajo. Yo me dedico a hacer el trabajo que me pagan por hacer. De hecho, yo no soy el responsable de prevención. La responsabilidad de la prevención de riesgos laborales es de los jefes y mandos intermedios. Es su responsabilidad y es su trabajo, el que le pagan por hacer. Yo solo procuro contribuir y ayudar.
Somos 5 jefes de seguridad para todo el circo en todo el mundo, un grupo muy reducido. Nuestro trabajo principal es contribuir a la cultura, más que ejecutar y garantizar que se ejecuten las políticas. La seguridad en cualquier operación empresarial o artística es cultural. Es la percepción que tiene el individuo del conjunto.
Cuando alguien viene al recinto del Circo del Sol se sienten seguros porque saben lo que les espera dentro del recinto. Esta sensación se produce a través de la cultura.
Hay unas pautas, unas rutinas que son siempre iguales, que son consistentes. Si hay un problema de salud llamas a un componente del equipo y aparece un enfermero y un vigilante de seguridad. Si este tipo de respuestas son consistentes se crea una cultura y esa cultura hace que la gente se sienta segura.
Cuando se implanta bien un plan de prevención de riesgos laborales, no consiste en que la gente memorice las normas. Lo que estás haciendo es convirtiendo la prevención de riesgos laborales en un modo de trabajo. Estas tratando que para una persona sea natural entrar en el taller y ponerse los guantes. Ese trabajador no se está acordando de hacerlo o lo hace porque hay un cartel. Lo hace porque esa es la forma de trabajar.
AH – Entonces ¿qué le recomendaría a alguien que se esté preparando para trabajar en prevención de riesgos laborales?
JP – Me di cuenta de una cosa cuando trabajaba en la refinería. Yo nunca dejaba entrar a un trabajador en un tajo en el que yo no estuviera dispuesto a entrar. Si había trabajar en una zanja yo bajaba a la zanja con ellos.
No servía de mucho recordarles la legislación. Sino que procuraba estar con ellos como parte del equipo. Como la persona de prevención de riesgos laborales tienes la suerte de tener visión de túnel. Solo ves seguridad. No eres su jefe. Ellos no trabajan para ti. Si acaso, al contrario.
Tu eres el que aporta al equipo el conocimiento en seguridad y solo ves seguridad. Si estás con ellos y te das cuenta de que algo no funciona y se lo dices al jefe, este aprenderá y cuando se repita la situación, será capaz de hacerlo por sí mismo porque se habrá convertido en su cultura.
AH – En esta forma de trabajar en prevención ¿dónde queda la formación tradicional?
JP – Considero que tengo bastante formación. Tres masters y cursos por diversas universidades, pero esta formación es como el agua que está en un embalse. No produce energía hasta que no sale por algún lado. La experiencia es eso, es ese conocimiento en movimiento.
Acumular conocimientos, por supuesto. Aunque lo importante no es el conocimiento que tú tengas, sino cómo lo aplicas, cómo lo empleas. Necesitas tener conocimientos para poder trabajar, pero las habilidades se desarrollan aplicando los conocimientos día a día. No obstante, un buen profesional jamás deja de aprender y eso significa tanto aprender en el trabajo, como continuar haciendo cursos, formaciones, asistir a congresos, etcétera.