El psicólogo italiano, Gaetano Kanizsa, describió en 1955 la ilusión óptica llamada “contorno subjetivo” que produce nuestro cerebro/mente al ver una imagen como “el triángulo de Kanizsa”.
En la imagen podemos percibir dos triángulos. Uno “hacia arriba” y otro “hacia abajo” detrás del primero. Sin embargo, ambos triángulos no están presentes en la imagen, sino que los infiere nuestra mente, pareciendo reales.
La neurociencia nos plantea, a través del modelo de “la mente predictiva“, de Jakob Hohwy, que este automatismo no solo se da en las percepciones del mundo exterior, sino también en todos los procesos mentales, incluyendo juicios, decisiones y acciones, debido a la priorización que hace nuestro cerebro de los procesos inconscientes (rápidos, automáticos e involuntarios) frente a los procesos conscientes (lentos, más flexibles y sujetos a la voluntad).
Sin embargo, a pesar de esta “superioridad” de los procesos mentales inconscientes, la clave del concepto “mente predictiva” está en que el funcionamiento mental siempre incluye ambos procesos, conscientes e inconscientes, de manera conjunta y perfectamente imbricada.
La lectura del siguiente texto es un claro ejemplo del funcionamiento conjunto de procesos conscientes e inconscientes:
¿Cómo podemos aprovechar todo este conocimiento en el despliegue de organizaciones saludables?
En primer lugar, saber que nuestro cerebro está continua-mente realizando inferencias, completando información inexistente con supuestos, juicios y demás sesgos; tomando decisiones y motivando acciones de forma automática y habitual (mediante hábitos).
En segundo lugar, comprender (incluir, interiorizar) que, nos guste o no, estos procesos inconscientes ponderan fuertemente nuestro día a día en la vida y, por tanto, en el trabajo, independientemente del rol que desempeñemos (y de las carreras, másters, doctorados o títulos que tengamos).
En tercer lugar, aceptar activamente que estos automatismos, o evaluadores automáticos, son rápidos pero estereotipados. Es decir, funcionan en base a información “rudimentaria” o generalizada, innata y aprendida, pudiendo confundir o distorsionar la realidad con frecuencia.
A pesar de todo, es importante saber que los procesos inconscientes “no son un fallo del sistema” sino que están ahí para facilitarnos el fluir con la vida, lo que ocurre es que es fundamental ser conscientes de su funcionamiento inconsciente (valga la paradoja), siendo más flexibles “con lo que vemos” para no identificarnos o aferrarnos de tal manera que nos traiga más perjuicio que beneficio.
A partir de aquí, la estrategia que llevemos a cabo, en cualquier dirección, debería ser incrementar el número de “momentos conscientes” dentro de la organización (y fuera) hasta que logremos automatizar nuevos hábitos en nuestro beneficio y el de los demás.
Esto se traduce en no solo formar e informar a empleados y directivos a lo largo del año (cursos, workshops, webinars, charlas, conferencias, documentación, etc.), sino también en presentar de forma continuada información visual a nivel individual, grupal y organizacional, a modo de recordatorio consciente, ya que de lo contrario el efecto positivo se termina diluyendo entre los procesos mentales automáticos prioritarios para nuestro cerebro/mente.
A nivel individual, por ejemplo, podemos “inundarnos” mediante recordatorios tipo pos-it (en papel y digitales) en el ordenador, en el móvil, en la pared, en la agenda, en la nevera, en el armario (incluso el de casa) o taquilla, etc., de aquella información relevante que debemos incorporar para una mejor salud, seguridad o desempeño.
A nivel grupal, por ejemplo, podemos inundar nuestro cerebro/mente mediante pequeñas reuniones diarias (daily meeting, o stand-up meeting -de pie-), acotadas en el tiempo (timeboxing), donde se verbalicen aquellos aspectos a tener presentes (seguridad, postura, descansos, alimentación, escucha, empatía, lenguaje apreciativo, etc.), o a través de pizarras bien visibles para el equipo.
A nivel organizacional, por ejemplo, mediante cartelería, paneles o video-monitores en el hall, pasillos, departamentos, salas, áreas, etc., con información multimedia que nos recuerden aquellas acciones relevantes para la prevención y promoción de la salud biopsicosocial.
También puede reforzar los procesos conscientes el envío de mensajes clave (p.ej., semanales) a través de mail o red social corporativa, o el uso de vídeo o fotografías (con el debido consentimiento) de posturas, acciones o manipulación de maquinaria realizada por los propios empleados, mandos intermedios o directivos, que puedan entrañar algún riesgo.
Evidentemente, la finalidad de estas imágenes será para la mejora y el bien común, nunca para despreciar, desvalorizar, amenazar o sancionar (algo que debería quedar por escrito en el consentimiento informado).
En definitiva, se trata de compensar el funcionamiento, mayoritariamente inconsciente, de nuestro cerebro/mente mediante el uso de una comunicación estratégica (con un propósito), plena (con presencia) y saludable (orientada a promover e inspirar la mejora física, mental, emocional y social de todas las personas, -y de la organización en su conjunto-).
En este sentido es importante formar, entrenar y acompañar a los equipos (técnicos y directivos) para que también practiquen este tipo de comunicación estratégica, en su día a día, con compañeros, clientes y proveedores, de manera activa y consciente.
Ello impactará positivamente no solo en la satisfacción y bienestar de las personas, sino también en la cuenta de resultados de la empresa.
Pero ésta es solo “mi visión”. ¿Cuál es la tuya?
*Fuente imágenes: google