Inma 1 junio, 2013 a las 13:36 #41708
Un fin de carrera es lo que hace muchos años se llamaba la “obra maestra”, es decir, aquella por la cual un aprendiz acreditaba dominar su oficio y por cuyo examen ante una representación cualificada del gremio, en caso obtener una valoración positiva, conseguía la categoría de MAESTRO.
¡Qué tiempos aquellos! en que los gremios GREMISOS se reunían para valorar los trabajos de los futuros maestros. Estoy pensando en Velázquez que como todos los aprendices de pintor de su época, no sólo estaba obligado a conseguir el apoyo de su maestro Pacheco, sino también tenía que convencer con su obra al gremio que lo juzgaba. Porque podía darse el caso, como así sucedió con Velázquez, que entre el pupilo y la hija del maestro había lo suyo…, exactamente igual que años después también lo hubo entre la hija de Velázquez y su discípulo Juan Bautista. Pero, sabiamente, y aunque en los casos mencionados tanto Velázquez como Martínez del Mazo eran dos soberbios pintores, para evitar que el reconocimiento recayera sólo en el maestro que les había enseñado…, debía intervenir una representación del gremio ¡Qué tiempos aquellos!
Hoy quien tiene que demostrar que es un profesional no tiene la menor vergüenza en decir públicamente que tras no sé cuántos años estudiando, no sabe nada de nada sobre el tema por el que, espero no sólo sea éste, le van a acreditar como profesional en breve.
En España, al contrario que en el resto de Europa, son sólo las universidades (los Maestros) quienes, sin intervención de una representación del gremio correspondiente (colegios profesionales o profesionales de prestigio) y sin encomendarse ni a dios ni al diablo, otorgan la acreditación profesional.
¿Hay algo más deprimente que la universidad española actual? ¿Hay algo más parecido al todo vale?
