Según el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) el “Sindrome del quemado” o burnout es una respuesta al estrés laboral crónico integrada por actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio rol profesional, así como por la vivencia de encontrarse emocionalmente agotado.
La Agencia Europea para la Salud y la Seguridad en el Trabajo calcula que en torno al 55% de las bajas laborales en Europa están relacionadas con el estrés laboral, a través del síndrome de estar quemado por el trabajo y que su coste económico anual alcanza los 20.000 millones de euros, por los gastos en asistencia médica, salarios durante el periodo de baja, indemnizaciones, etc..
Aunque los expertos no pueden definir un perfil claro del ‘quemado’, en la guía de UGT sobre este síndrome, se definen algunas características comunes del ambiente en el que proliferan: ámbitos en los que hay «gente que trata con gente», que requieren un alto compromiso laboral pero que frustran las expectativas profesionales y que someten a fuertes presiones, de aislamiento y menosprecio, a sus empleados, provocando su total desmotivación.
Un estudio de la Universidad de Zaragoza realizado sobre 617 profesionales de 38 Institutos de Educación Secundaria de Aragón revela que es la falta de reconocimiento lo que ‘quema’ a los profesores de Secundaria
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