Existe un autentico boom de aplicaciones para smartphones (apps) relacionadas con la salud de los pacientes y para los profesionales sanitarios. Incluso, ya en algunas universidades, los estudiantes de medicina y enfermería utilizan apps como herramienta de aprendizaje.
“Muchos conceptos que antes eran abstractos y difíciles de comprender en cursos como anatomía o radiología, hoy son completamente claros a través de apps ”, asegura Jeffry Jones, gerente general de la Hispanoamericana.
Y no son solo utilizadas en las aulas. Fuera de ellas, algunas aplicaciones dirigidas a médicos les son también de utilidad para su quehacer diario.
“Sirven para hacer consultas rápidas de un tema específico, como enfermedades raras y poco frecuentes, medicamentos no disponibles en Costa Rica y que pacientes traen del extranjero, interacciones medicamentosas, fórmulas, etc.”, asegura Alberto Román, médico general del servicio de emergencias del Hospital Max Peralta.
Pero no solo hay apps para los profesionales sanitarios. También hay para pacientes. Algunas lo que hacen es reemplazar el formato impreso por un registro digital y móvil, donde se anotan los datos de las mediciones que él mismo hace (presión arterial, pulso, glucemia) para compartirlas después con el médico. Otras, pretenden simplificar esas mediciones utilizando las propias funciones del teléfono, o conectándose con los aparatos médicos que las realizan.
Pero también hay otras que pretenden dar diagnósticos y recomendaciones sobre tratamientos con medicinas. “Estas sí son un riesgo para la salud pública por la mala interpretación de los datos que puede ocurrir”, dice Román.
“Los pacientes no saben discernir qué es importante o correcto, porque no tienen el conocimiento, ni la preparación para interpretar esta información. Muchas veces se automedican, suspenden el tratamiento o dejan de ir a consulta por llegar a diagnósticos incorrectos, poniendo en peligro su salud”, explica.
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