¿Todos de vuelta?
Se acabó lo bueno, el verano, las vacaciones, la tranquilidad, la no preocupación… Pero ya estamos de vuelta en la cruda realidad. Para algunos más que para otros. Si los datos siguen así, no sé qué tendremos que decir a finales de año. Según El Mundo Economía, los accidentes laborales no in itinere han crecido un 6,7% en el primer semestre de 2015, los in itinere un 7,7% y los mortales un 3.3%. ¿Qué está pasando?
Si tenemos en cuenta la investigación realizada por el Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra sobre 120 accidentes en 2014, uno de cada tres accidentes laborales tiene su causa en factores relacionados con la organización del trabajo (métodos inadecuados o inexistentes, instrucciones insuficientes o una selección incorrecta de equipos). Un 21% de las causas son relativas a la prevención, como la no identificación de riesgos, la ausencia de mantenimiento o la no adopción de medidas preventivas. Y el tercer lugar, con un 18%, lo ocupan las causas relacionadas con factores individuales del trabajador.
¿Podrían extrapolarse estos datos a todas las comunidades autónomas? No sé si exactamente, pero lo que está claro, clarísimo, es que los factores relacionados con la organización del trabajo son una de las claves más importantes para disminuir los índices de accidentalidad laboral. ¿Cuál es la razón que me lleva a afirmar tan categóricamente esto? Pues que desde 1995, cuando salió la LPRL, hasta hoy se han ido invirtiendo miles de millones en elementos de seguridad de equipos, máquinas, etc. Pero en mi humilde opinión, ese cambio de equipamiento no se ha acompañado de una concienciación en seguridad laboral, una formación adecuada y una información precisa, sino de una formación en la amenaza: “Si no lo hacéis así, podéis ir a la cárcel”, “tú eres el responsable y puedes estar imputado en un juicio”. Aspectos, que aunque pueden ser verdad, lejos de concienciar y crear cultura preventiva, crean una cultura del miedo (y todos sabemos cuáles son sus consecuencias).
Es necesario, imprescindible diría yo, que cada vez que se explica a los trabajadores qué deben hacer en su puesto de trabajo para no accidentarse o sufrir cualquier daño laboral, se les hable de cómo han de organizarse en su trabajo para que toda su actividad sea segura. No vale con sólo darles unas instrucciones para que firmen o un documento sobre su evaluación de riesgos y medidas preventivas que no se van a leer. Hay que hacerles entender que de cómo realicen su trabajo (método), de cómo ejecuten las medidas de seguridad, dependerá su seguridad laboral. De lo contrario, estamos dando a entender que lo que nos preocupa como empresa es cubrirnos ante la Autoridad Laboral en vez de velar por la seguridad y la salud de nuestros trabajadores.
Hemos de estar cubiertos, por supuesto, todos conocemos casos donde parece demostrarse que lo más importante son los “papeles”; pero ¿eso es seguridad laboral?, es posible. ¿Es cultura preventiva? Claramente no.