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Una nueva investigación de FIFPro muestra que los síntomas de trastornos mentales están más extendidos entre los futbolistas profesionales en activo y retirados, que entre la población general. Además, FIFPro ha hallado una sólida correlación entre las lesiones graves y cirugías, y el bienestar mental de los futbolistas.
La investigación, dirigida por el Médico Jefe de FIFPro, Vincent Gouttebarge (Catedrático Asociado en la Facultad de Medicina de Ámsterdam) y Gino Kerkhoffs (Catedrático en la Facultad de Medicina de Ámsterdam), parte del estudio piloto realizado sobre problemas de salud psicosocial entre futbolistas profesionales de 5 países, que FIFPro llevó a cabo en el año 2013. Los nuevos datos se han recogido de la información facilitada por futbolistas profesionales en activo y retirados en 11 sindicatos miembros, repartidos en tres continentes.
Las cifras confirman la validez de la investigación del año 2013, y algunas conclusiones indican que los problemas son incluso más serios que lo indicado en la primera investigación: el 38% de los 607 futbolistas en activo y el 35% de los 219 futbolistas retirados incluidos en la muestra informaron de síntomas de depresión y/o ansiedad. Los problemas para conciliar el sueño (23% y 28% respectivamente), el malestar (15% y 18%) y el abuso del alcohol (9% y 25%) también fueron prevalentes.
El estudio concluye también que los futbolistas profesionales en activo que han sufrido tres o más lesiones graves durante su carrera tenían una probabilidad de dos a cuatro veces mayor de informar de problemas de salud mental, que los futbolistas profesionales que no habían sufrido lesiones graves.
Los datos muestran que los índices de depresión y/o ansiedad tanto el futbolistas profesionales en activo como retirados parecen mucho mayores que los de grupos de control que representan a la población general, e incluso a otros atletas de élite. Estudios científicos han situado los índices de depresión y/o ansiedad en una población general entre el 13% registrado en Australia y el 17% registrado en los Países Bajos, mientras que un estudio del año 2000 sobre los atletas olímpicos franceses situó estos índices en el 17%.