Las organizaciones que permanecen y se mantienen en el tiempo son las que se siguen preocupando mucho de sus clientes, son entidades innovadoras, y además son humildes.
Después de unos años de perder clientes y dinero, de descapitalizarse, y de no tener financiación bancaria, muchos empresarios y altos ejecutivos no saben qué hacer, se bloquean, y lo único que se les ocurre hacer es reducir costes, olvidando que un gestor con visión debe tener siempre a mano dos tipos de gafas, unas de cerca, para la visión a corto plazo, necesarias para los temas urgentes, el día a día, y otras para ver a medio y largo plazo los temas de calado, concretamente los temas estratégicos.
La crisis existe, sin duda está ahí, aunque hay suficientes indicios para poder asegurar que estamos saliendo de ella, pero lo que ha podido ser un error garrafal es que sus síntomas se hayan podido llegar a confundir, por ejemplo, con un cambio tecnológico, ya que si un gestor confunde los efectos de una causa u otra, y toma decisiones equivocadas debido a un mal análisis, no hay duda que estas decisiones erradas le pueden conducir a la desaparición, en lugar de haber adoptado las medidas necesarias para reorientar el negocio.
Para realizar un buen análisis hay que manejar diversos factores:
La productividad, factor de mucha importancia, pero no suficiente
El precio, que permite a las empresas ser competitivas
Los costes, estrategia válida para la empresa que los tiene más bajos, pero no para la que vende más barato
El posicionamiento, imagen y marca
La competitividad del país, sus infraestructuras, universidades, y escuelas de negocios
La innovación, que incrementa de forma sustancial la capacidad de competir
La cultura de la organización, sus valores
Y por último, y no por esto menos importante, los profesionales y su talento, con sus competencias y compromiso, que son el aspecto fundamental para conseguir el éxito en el resto de factores.
¿Cómo se puede conseguir que las personas de una organización sean capaces de desarrollar sus tareas desplegando su máximo potencial?
Queda claramente demostrado que este efecto sólo se produce cuando se determinan claramente los objetivos individuales de cada integrante de la organización, y además se es capaz de conseguir que estos objetivos sean coherentes con la estrategia de la entidad. Aunque parezca poco creíble, estadísticamente se observa que sólo una mínima parte de los empleados de las organizaciones son capaces de identificar y comprender la estrategia de su organización, y determinar lo que él debe y puede hacer para colaborar activamente a la consecución de dichos objetivos.
Hay que tener presente que para gestionar eficazmente el talento de una organización, sus líderes han de ser conscientes de que la productividad, la rentabilidad y, en definitiva, la consecución del resultado de su unidad dependen, en gran medida, del grado en que los colaboradores bajo su responsabilidad lleven a cabo sus funciones en forma adecuada, y de la posibilidad de que sean capaces de desarrollarla desplegando todo su potencial profesional.
Estudios serios, realizados en los últimos tiempos, demuestran que existe una gran correlación entre los resultados que obtiene una organización, sus políticas de recursos humanos, y su capacidad para establecer, definir, controlar, y evaluar los objetivos fijados a todos los empleados: las entidades que han sido capaces de definir y alinear los objetivos de todos los niveles de la estructura organizativa, generalmente obtienen mejores resultados. Por contra, cuando las personas manifiestan que no tiene claras sus responsabilidades y funciones, ni lo que se espera de ellas, difícilmente pueden llegar a tener comportamientos productivos.
En las organizaciones hay muchos líderes que están frustrados porque su equipo no comparte su visión, pero ¿acaso hacen alguna cosa para remediar la situación?. Pues algunos lo que hacen es imponerla, con o que pierden la oportunidad de explicarla y compartirla con su equipo, con lo que muy probablemente hubieran conseguido, seguro, involucrarles.
Porque indiscutiblemente el éxito se consigue con la virtuosa combinación de excelencia, liderazgo, y trabajo en equipo.