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Cuando lees que el 53% de las muertes derivadas del trabajo en la Unión Europea se deben al desarrollo de un cáncer, se entremezcla una enorme sensación de disgusto, miedo, pena y tristeza. Disgusto porque la pérdida anual de más de 100.000 vidas de trabajadores por un cáncer derivado de su actividad profesional es una tragedia enorme que se podría evitar poniendo las medidas adecuadas. Aunque esto no siempre es posible, por desconocimiento de los posibles efectos de un determinado agente químico o físico en el organismo humano. Esa impotencia se mezcla con el miedo de verse afectado, o alguna persona cercana. Y con la tristeza de pensar en el impacto en las familias de los afectados.
Recientemente hablábamos en este blog de la necesidad de protegerse día a día. De ser consciente que el entorno laboral oculta determinados riesgos a los que en ocasiones nos acostumbramos y que no valoramos, resultando en demasiados casos en accidentes graves o mortales. Diferentes noticias en prensa vienen a recordarnos esta realidad. La Comisión Europea propuso, entre otras medidas, una mayor protección de los trabajadores frente a la exposición a agentes cancerígenos y potencialmente peligrosos. Demostrando que el cáncer ocupacional es quizá una de las mayores amenazas a las que nos enfrentamos en la tarea de prevenir riesgos en el lugar de trabajo.
La Comisión Europea se propone modificar la Directiva 2004/73/EC. ¿El objetivo de este cambio? Limitar la exposición de trabajadores a 13 agentes causantes de cáncer y otras enfermedades graves en el trabajo, incluyendo la Sílica Cristalina respirable. Pretenden incluir nuevos valores límite, mejorando la protección legal de los trabajadores y buscando reducir significativamente el impacto del cáncer ocupacional. En España, nos vemos afectados por estos elementos peligrosos. Se estima que en nuestro país, entre el 4% y el 14% de los cánceres que se diagnostican tienen un origen laboral, aunque son estimaciones dado que no hay un registro fidedigno. Pero nos permite acercarnos a una realidad cada vez más preocupante.
Uno de los ejemplos es el impacto de la Sílica Cristalina en el sector de la construcción, y como ha provocado múltiples casos de silicosis irreversible en trabajadores jóvenes. Se estima que el 15% de los trabajadores del mármol y de la madera padecen Silicosis. Esto está llevando a que se considere una enfermedad profesional, a que los sindicatos se movilicen exigiendo mayores medidas preventivas, a una mayor rigidez en la inspección de trabajo entre otras cosas. Estas consecuencias han provocado el cierre de muchas empresas que no han podido hacer frente a las indemnizaciones y a los juicios derivados de esta enfermedad.
La Sílice Cristalina es un componente que aparece en minerales, tierra, granito y en muchos materiales artificiales. El cuarzo es la forma más común de sílice cristalina (existe también en forma de Cristobalita y Tridimita). Todas las formas pueden convertirse en partículas que quedan en suspensión cuando los trabajadores tallan, cortan, perforan o trituran objetos que contienen sílice cristalina. Además de ser cancerígena para los pulmones, causa silicosis que puede provocar incapacidad y muerte.
Hoy en día se conoce mejor de qué manera trabajar con los materiales de construcción o en composites sintéticos, que al cortarse o taladrarse, pueden provocar una exposición a sílice cristalina en suspensión. Aislar la zona de corte, el uso de agua en el proceso, sistemas de aspiración; se han mostrado como medidas preventivas adecuadas, y hoy en día se debe evitar el corte en seco, dado que está demostrado que son partículas –especialmente las más pequeñas en tamaño- que pueden permanecer varios días en suspensión.
Pero, además, siempre hay que usar el equipo de protección adecuado. En protección respiratoria hay múltiples opciones que se van a poder utilizar para proteger al trabajador. Están las mascarillas de protección frente a partículas, con un nivel de protección adecuado al nivel de exposición (generalmente P3); o también si es necesaria mayor protección, equipos de protección respiratoria motorizados o equipos de suministro de aire. Siempre, usándolos de forma correcta, con la cara correctamente rasurada en el caso de los varones y un correcto ajuste de la mascarilla o del equipo de protección.
Hay que conocer los riesgos a los que nos exponemos. Analizar nuestro puesto de trabajo. Dedicar tiempo a una correcta formación en su uso y mantenimiento, realizando periódicamente pruebas de ajuste que nos ayuden a verificar que realizamos nuestra tarea correctamente protegidos. Pidiendo ayuda, si es necesario, a especialistas en protección personal.
Recuerda trabajar protegido, siempre que sea necesario. Nadie está más interesado que tú mismo en protegerte. Nunca subestimes un riesgo. Porque en ocasiones ese riesgo está oculto, latente y da la cara mucho tiempo después en forma de problema para la salud y quizás, ya sea demasiado tarde. Y recuerda, que no tenemos una aplicación en el móvil que nos avise con un mensaje que diga “Memento Mori… recuerda que puedes morir”.
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