Deshollinador
Durante los meses de más frío no había otra manera de calentar las casas que al calor del hogar, así que se inventó la chimenea para evitar que el humo se acumulase en el interior de la estancia. Sin embargo, llegaba un punto el que las paredes de estos conductos se llenaban de hollín y ya no evacuaban bien el exceso de gases.
Aquí es donde entraba en escena el deshollinador, un trabajador que subía al tejado de las casas y edificios armado con un surtido de cepillos de gran tamaño, para rascar las paredes y retirar el poso de suciedad que quedaba incrustada. Los deshollinadores también tenían la obligación de llevar a cabo el mantenimiento y arreglo de los desperfectos en los sistemas de ventilación de antaño.