En pleno acueducto vacacional, nos despertamos sobresaltados con la triste noticia de la muerte de al menos 43 trabajadores y otros 16 que resultaron heridos en un devastador incendio en una fábrica de bolsos en Nueva Delhi. La mayoría de las víctimas son trabajadores que dormían en el interior del recinto. Un cortocircuito se apunta como principal causa de la tragedia, según las autoridades. La policía ha detenido al propietario de la fábrica y a su gestor y no descarta más arrestos.
Una noticia a todas luces trágica, digna de ocupar primera página en telediarios, prensa escrita o digital, pero que, coincidiendo con acontecimientos políticos y con la cumbre del clima con Greta en el candelero, ha pasado quizás algo desapercibida, al menos, para los que vivimos en primera persona este mundo de la seguridad y la salud en el trabajo y es por ello me gustaría desde este foro, dedicar unas líneas en homenaje a estos 43 héroes anónimos.
Aquí, en nuestro primer mundo, en donde tenemos satisfechas en gran medida la pirámide de necesidades de Abraham Maslow y afortunadamente en la mayor parte de las empresas se cumplen con creces las normas más básicas de seguridad y salud en el trabajo, en donde un grupo no despreciable de empresas ya han dado un paso más allá del mero cumplimiento legal, y han apostado por implantar modelos o planes de promoción de la salud en el lugar de trabajo con el objetivo de transformarse en organizaciones generadoras de salud, -de las que todos conocen que soy ferviente promotor-, e incluso organizaciones que van más allá, en busca de la felicidad en el trabajo y en la vida, lo que implica capacidad de acceder a constantes emociones positivas como la esperanza, el optimismo, la confianza, la gratitud, la inspiración y el respeto, y compañías más exitosas que suelen contar con empleados más leales, comprometidos y creativos, donde destaca sin duda el entusiasmo, el interés y su satisfacción .
Pero en este artículo me refiero a otra “felicidad”, la de la denominada “muerte dulce” por la inhalación letal por monóxido de carbono (CO2) cuando se respira en niveles elevados sin que los afectados se den cuenta, ya que entran en un estado de sopor, que no da sensación de ahogo ni de asfixia. El cuerpo se va quedando sin oxígeno sin darse cuenta y en la mayoría de los casos las víctimas no se percatan de lo que está ocurriendo, o en el supuesto de que se den cuenta, la inhalación les provoca una parálisis en las piernas, que les impide salir corriendo como en esta fábrica de Nueva Delhi, porque estaban durmiendo precisamente allí.
Como digo, con permiso de las Gretas, los climas, los pactodromos o los “work happy”, que no se nos olviden las terribles consecuencias de la falta de seguridad y salud en el trabajo, aquí o en la Conchinchina. Descansen En Paz.
Prevencionar se reserva el derecho de reproducir o ceder sus contenidos en otros medios, obligándose a citar fuente y autor. Queda expresamente prohibida la reproducción total o parcial de los mismos sin autorización expresa. Prevencionar no se hace responsable de las opiniones expresadas en los artículos y/o entrevistas. Si quieres participar en el apartado artículos y/o entrevistas mandamos un mail a: redaccion@prevencionar.com