Autora: LAURA GRANJA IZQUIERDO – TECNICO HSE Y COACH
El boom de las empresas saludables está llegando a su punto más álgido. Ahora todas las empresas quieren tener el distintivo, ya sea obteniendo certificaciones de diversos organismos que acrediten dicha acción empresarial y/o perteneciendo a un colectivo dónde su valor diferenciador sea este. Pero, ¿es una preocupación real, o una estrategia de promoción?
Que el concepto saludable esté entrando hasta la raíz de las organizaciones, convirtiéndose en un valor añadido y un componente estratégico para las compañías, está consiguiendo potenciar la cultura preventiva y sobretodo el trabajo de muchos años de técnicos que bajo la sombra de la ley 31/1995 trabajaban en un ambiente gris y sombrío por y para la salud de sus trabajadores, en muchos casos con éxito, pero sin ningún tipo de recompensa o felicitación por parte de su empresa. La prevención era vista como un cumplimiento legal y no como ahora, un área clave capaz de reducir bajas laborales, aumentar el rendimiento o retener el talento. Ser consciente de que reinventarse en el ámbito de la prevención está siendo clave para crear una nueva imagen preventiva, nos ayuda a ver la necesidad de cambio real que se necesita en nuestro día a día para seguir aportando valor a nuestro trabajo, y esto es, sin lugar a dudas, lo que el concepto de empresa saludable, ha ocasionado para cambiar la imagen del técnico a nivel interno creando nuevas líneas de trabajo y potenciando el valor y su aportación al negocio.
Empecemos por el principio, ser una empresa saludable, según el Instituto de seguridad, salud y bienestar en el trabajo, incluye además del cumplimiento legal en prevención de riesgos laborales: gestionar la salud de los trabajadores desde un enfoque integral e integrado y considerar la salud en todas las políticas de la empresa. Pero, ¿qué es la salud y qué significa tenerla en cuenta?. Según la OMS y su tan repetida definición de salud, es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y eso, desde 1995, ha sido nuestra función como técnicos de prevención, y por tanto su integración, un deber legal que nos ha costado muchos dolores de cabeza.
Entonces, ¿qué aporta de nuevo este concepto? Siendo conscientes de los ejemplos de actuación realizados los últimos años por las grandes multinacionales, inicialmente poco, pero cada vez más. Los primeros pasos han ido enfocados a conocer el estado de salud de los trabajadores para alcanzar un doble objetivo: el primero, conocerlo a nivel de plantilla, y el segundo, que los trabajadores conocieran en qué estado se encontraban y fueran conscientes de sus puntos fuertes y sobretodo, sus puntos de mejora.
Saber de dónde partimos es clave para determinar a dónde queremos llegar. Conocer el estado de salud de tus trabajadores, es esencial para poder crear estrategias a nivel empresarial que sacien necesidades personales de tus colaboradores y por otro lado, te ayuden a alcanzar tu meta. No se pueden dar soluciones, a problemas o preguntas que no se han formulado.
Es por ello, que aquellas empresas que han tomado como prioridad la salud son las que han pasado de esta fase inicial, de ser empresas saludables, es decir, empresas cuya implicación con la prevención y la salud ha sido aceptable, a la siguiente fase: ser empresas sanas. Empresas preocupadas, no sólo por alcanzar ese bienestar del que nos habla la OMS, si no de ir un paso más allá. Empresas capaces, no sólo de dar herramientas si no capaces de realizar seguimiento, generar hábitos y conseguir que ese compromiso que inicialmente ha tenido la empresa con la salud, lo acaben teniendo sus trabajadores. Esos trabajadores que viendo la calidad de su salud, deciden trabajar por mejorarla. Es decir, que la empresa en sí no sea saludable, si no que sus trabajadores sean y quieran estar sanos.