Errores históricos relevantes del pasado han estado, por un lado, en la desvinculación de la Seguridad en el trabajo de la gestión empresarial, pero también en que tal vez los prevencionistas no han podido o sabido demostrar su contribución al buen funcionamiento de la empresa, más allá de las exigencias legales y éticas de la seguridad y salud en el trabajo, que tal vez no motivan lo suficiente. No obstante, es importante asumir que la ética del trabajo y el consecuente reconocimiento del valor de las personas alimentan la filosofía de la actuación preventiva y es la base para el desarrollo de la empresa y su adaptación a las exigencias de la competitividad en este mundo global. El compromiso social de las organizaciones hacia todos los grupos de interés con los que se interrelacionan: clientes, proveedores, accionistas y, por supuesto, a nivel interno, con los propios miembros de la organización, a través de unas condiciones de trabajo seguras y dignas, es un verdadero valor en alza, tal como se apunta ya en el desarrollo normativo comunitario y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Por otro lado y unido a lo anterior, otro error significativo ha sido no haber utilizado sistemas de medida para incentivar y controlar todo proceso de mejora, que en el fondo debería ir asociado a una creciente cultura preventiva, que viene favorecida por agentes diversos, como más adelante se expone. Tengamos en cuenta que la evaluación de riesgos como base de actuación para la planificación preventiva no había sido aplicada sistemáticamente salvo excepciones en las empresas, hasta que la Ley 31/1995 la hizo obligatoria. También dicha Ley y el reglamento de los Servicios de Prevención han establecido las auditorías reglamentarias de los sistemas preventivos, como base para controlar la calidad de las actuaciones de los servicios de prevención propios. ¿Cómo podía entonces, sin tales elementos fundamentales de medida, controlarse la eficacia de un plan preventivo? Hoy, en el mundo empresarial, se asume la necesidad de mejorar continuamente todas las líneas de actuación con el fin de lograr la eficiencia de los procesos productivos y la calidad de productos y servicios. Por ello, no puede entenderse como posible ningún tipo de progreso sin indicadores específicos de medida.
Sobre sistemas de medida es importante resaltar que no sólo habría que medir los resultados alcanzados, como, por ejemplo, la reducción de accidentes-incidentes en las diferentes áreas de trabajo o las deficiencias no controladas y detectadas en las inspecciones, sino también la calidad de las actividades desarrolladas para lograrlos. Normalmente, la correlación de indicadores de resultados y de actividades o medios resultará de gran ayuda para entender mejor las razones de los éxitos y los fracasos y, cómo no, para evaluar la eficacia de la actividad preventiva, especialmente del personal con mando.
El nuevo enfoque de la Seguridad en el trabajo está motivado en gran medida por la presión que ejercen los agentes sociales, empresarios y trabajadores y la propia sociedad. Los ciudadanos europeos consideran actualmente que la seguridad y salud en el trabajo es un tema prioritario dentro de la responsabilidad social de las empresas. El nuevo marco legislativo y, en consecuencia, las diferentes administraciones estatales, también están contribuyendo sustancialmente al cambio cualitativo en la gestión de la seguridad y la prevención en general.
El creciente nivel cultural de las nuevas generaciones que se incorporan al trabajo con la consiguiente disminución de los niveles de tolerancia de riesgos y condiciones de trabajo deficitarias, así como la exigencia de los trabajadores del derecho de participación en todo aquello que les afecta, contribuye notablemente a tal evolución, a pesar de aspectos como el paro, la flexibilidad en los contratos laborales y el abuso de la contratación temporal y la subcontratación.
Los agentes sociales, sindicatos y empresarios, son elementos decisorios en los avances que se están produciendo; los primeros, a través de la acción reivindicativa y negociadora, y los segundos, por motivos tales como la necesidad acuciante de potenciar las capacidades y aportaciones de los trabajadores, verdadero capital de la empresa, al asumirse la interrelación directa entre la competitividad, la calidad y las condiciones de trabajo. También la importancia creciente de los costes de los riesgos es factor de motivación.
Otro de los aspectos característicos de la actual concepción de la Seguridad en el trabajo, aparte de su carácter interdisciplinario, asociada a los otros campos del conocimiento para la prevención de riesgos laborales, es su estrecha vinculación con la seguridad industrial y la seguridad de producto, que tienen por objetivos que instalaciones, máquinas, equipos y en general productos suministrados a las empresas sean seguros y fiables para las funciones a las que van destinados. Los avances normativos europeos en estos temas vienen a facilitar enormemente sus cometidos a la Seguridad en el trabajo, al quedar resueltos muchos de los problemas originarios de las condiciones materiales, que obligaban a soluciones provisionales o de parcheo, siempre más costosas y menos fiables.
Una de las tendencias que se constata en muchas empresas, por razones de racionalización de esfuerzos y estrategias y por supuesto por las coincidencias en objetivos, planteamientos y métodos, es el desarrollo de una gestión integral de los diferentes tipos de riesgos: los laborales, los ambientales y los de producto. Los coordinadores de prevención de riesgos laborales, de medio ambiente y de calidad, cuando existen, trabajan en cooperación cuando no están integrados en una misma unidad. Está comprobado que existe una mutua sinergia entre la prevención de riesgos laborales y la calidad. Las empresas que están certificadas con las normas ISO 9000 de calidad suelen sintonizar con mas facilidad con un sistema adecuado de prevención de riesgos laborales. a su vez, las empresas que asumen correctamente tal sistema logran que los directivos tengan mayor credibilidad y confianza para avanzar hacia una calidad más global y efectiva.
Pero también es cierto que el nuevo enfoque de la Seguridad en el trabajo debe enfrentarse a nuevos retos, como la alta temporalidad en las contrataciones laborales, la notoria incorporación al mundo del trabajo de inmigrantes procedentes de otras culturas y las limitaciones de muchos empresarios y directivos para saber potenciar las capacidades de las personas, dignificando su trabajo. El afianzamiento de lo que se denomina “la nueva cultura de empresa”, basada en la valoración de las personas y del capital intelectual de las organizaciones (claves para su pervivencia) ha de contribuir a que la Seguridad en el trabajo también se desarrolle adecuadamente en coherencia con los valores que propugna dicha nueva cultura.
La Seguridad en el trabajo y en general la prevención de riesgos laborales, bien gestionada, es un coadyuvante determinante para el logro de la excelencia empresarial.