Los trabajadores dedicados a la repoblación y explotación forestal forman parte de un subsector agrario que está expuesto a riesgos muy dispares. Tareas de plantación, reforestación, mantenimiento, protección y aprovechamiento de la madera llevan aparejados peligros como la exposición a agentes físicos y químicos, a riesgos ergonómicos y de naturaleza psicosocial.
En los últimos años la evolución de los accidentes de trabajo con baja en jornada se ha visto disparada (excluye los accidentes in itinere), pasando de 2.132 accidentes en 2012 hasta los 3.642 en 2019 según datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Según las mismas fuentes, durante la última década la incidencia del sector (el número de accidentes con baja sucedidos durante la jornada de trabajo por cada 100.000 trabajadores) ha sido 4,5 veces superior a la media española y 2,7 veces superior a la del sector agrario. Además, los accidentes mortales en el sector en el primer cuatrimestre de 2020 se han incrementado un 150% respecto al mismo periodo del año anterior.
Los accidentes vienen producidos mayoritariamente por choques o golpes, sobreesfuerzos, cortes por motosierras o similar, vuelcos de tractores, caídas desde altura, aplastamientos por caída de árboles o ramas en talas o contacto con líneas de alta tensión.