LA IMPORTANCIA DEL AJUSTE DE LAS MASCARILLAS ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE LA PANDEMIA
¿Qué pasa con las mascarillas durante la pandemia?
Desde el inicio de la pandemia y, posteriormente, por el uso obligado de las mascarillas se ha abierto un extenso debate sobre cómo, cuándo, quién y en qué circunstancias se deben utilizar. El tema se complica porque hay que distinguir entre el uso por la población en general y el personal sanitario y, para acabar de liarla, debido a la escasez de mascarillas, las que no cumplen con la normativa, las falsas, etc.
Con la pandemia el uso de mascarillas se disparó de la noche a la mañana, provocando problemas de abastecimiento y producción, aprovechándose de esta situación algunas empresas que empezaron a producir mascarillas supuestamente EPI (FFP2) con un diseño no visto anteriormente y la sujeción por las orejas.
¿Qué pasaba con las mascarillas antes de la pandemia?
Como prevencionistas llevamos muchos años en este campo y, concretamente, desde 2016 haciendo pruebas de ajuste. En el ámbito profesional nunca había visto las llamadas mascarillas higiénicas. Las quirúrgicas se utilizan por sanitarios para prevenir el contagio de pacientes y las mascarillas autofiltrantes (FFP) eran y son las más ampliamente utilizadas en las empresas, como equipo de protección individual (EPI), para proteger a los trabajadores ante la exposición a agentes químicos y biológicos.
Desde 2016 disponemos de equipos para realizar tests de ajuste por parte de nuestros consultores, con una formación especializada, lo que nos ha dado mucha experiencia en este ámbito con nuestras acciones de información y sensibilización a las empresas en cuanto al uso, selección, mantenimiento y ajuste de las mascarillas.
Siempre utilizamos para los estudios mascarillas certificadas cumpliendo la normativa y teniendo muy claro la importancia del ajuste. Tanto es así que en estos años podríamos decir que únicamente alrededor del 15% de las mascarillas autofiltrantes probadas (FFP1, FFP2 y FFP3) superaban los tests realizados.
Una recomendación general que establecimos es que si una mascarilla filtrante no había pasado un test de ajuste no se debía utilizar como protección frente a sustancias cancerígenas, mutagénicas, tóxicas para la reproducción o sensibilizantes respiratorias. Recomendábamos alternativas como medias máscaras con filtros (elastoméricas), máscaras completas con filtro, líneas de aire con capuz, equipos motorizados, etc., en función de las necesidades.
Muchas empresas desconocían la importancia del ajuste de las mascarillas, con lo cual estaban dando una falsa seguridad a los trabajadores. En definitiva decíamos “las mascarillas cumplen con la normativa pero nuestras caras NO”.