Autor: Alberto Resino Alfonso
Cuando hablamos, escribimos o pensamos acerca de la prevención de riesgos laborales solemos hacerlo mencionando la seguridad y eludiendo la salud. Quiero decir que no pronunciamos la palabra, ni la escribimos, ni la representamos en nuestra mente. De esa forma hacemos que desaparezca de nuestra perspectiva la salud de las personas.
Y esto es importante, porque cuando dejamos de tener en cuenta la salud comenzamos a asumir como consustanciales al trabajo ciertos riesgos, fundamentalmente los relacionados con factores psicosociales o con los que pueden producir enfermedades. Es decir, nos volvemos insensibles a los riesgos que deterioran más lentamente la salud y nos alejamos del bienestar. Y esto, a su vez, nos hace más vulnerables a los riesgos de sufrir accidentes, porque ya sabes cómo el malestar afecta a la probabilidad de accidentarse. Además, hemos de considerar que, aunque los factores psicosociales están en el origen de muchos riesgos laborales y del deterioro de las condiciones de trabajo, suelen permanecer ocultos constituyendo así factores de riesgo latentes que suelen manifestarse habitualmente de forma indirecta a través del deterioro del estado de salud de los trabajadores.
El malestar que producen los factores psicosociales normalmente muestra sus síntomas más evidentes un tiempo después de que el daño haya comenzado a producirse, mientras este aún permanece oculto. Un estado de ansiedad o una depresión son más difíciles de detectar que un corte o una caída, aunque con frecuencia son sus precursores. O sea, que si tenemos dificultad en detectar las causas que están en el origen de los riesgos difícilmente podremos hacer una prevención eficaz. Por eso cuando perdemos de perspectiva la salud, estamos contribuyendo a mantener ciertos factores de riesgo ocultos, latentes, esperando su oportunidad para materializarse en daños.
Normalmente, cuando las personas piensan en un trabajo saludable sobreentienden que además es un trabajo seguro. Es decir, la seguridad es una condición esencial de los trabajos saludables. Pero por el contrario, un trabajo seguro no tiene porqué ser saludable. Por lo tanto, la elipsis de la palabra seguridad que hacemos en nuestra mente (y con ello del mismo concepto de seguridad) se constituye en un factor de riesgo en sí misma, puesto que al hacernos perder consciencia del riesgo dificulta que podamos evitarlo, prevenirlo o protegernos.
Sería una buena práctica hacer evolucionar nuestro lenguaje remplazando “seguridad y salud en el trabajo” por “trabajo saludable y seguro”.¿Notas la diferencia?
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