Como factor de riesgo, la cantidad de trabajo es un factor nocivo tanto cuando esta carga es muy elevada (sobrecarga) como cuando es muy poca (infracarga). Por sobrecarga cuantitativa se entiende que hay demasiada cantidad de trabajo en un periodo de tiempo determinado. Por infracarga cuantitativa se entiende la situación completamente opuesta a la anterior. En ambos casos las tareas pueden ser repetitivas
La sobrecarga cuantitativa suele ser más frecuente en trabajos de producción en serie y en trabajos rutinarios de oficinas. La infracarga cuantitativa suele darse en puestos de trabajo de vigilancia de procesos o de instalaciones, ya sea en el sector industrial o en el de servicios.
Gráficamente, la cantidad de trabajo se puede representar como una línea continua que va desde “muy poco” hasta “excesivo” y que tiene su punto óptimo en la franja central de la misma. Cuando la carga de trabajo es demasiado elevada las personas pierden capacidad de integración de los mensajes, los procesos mentales se fragmentan y la capacidad de juicio se deteriora. Cuando la carga de trabajo es demasiado baja, las personas tienden a disminuir su capacidad de atención, a aburrirse y a perder su capacidad de iniciativa.
Si la cantidad de trabajo está adaptada a las características de las personas que deben desempeñarla, el resultado esperable es el de confort y satisfacción. No obstante, en determinadas ocasiones, esta carga puede ser elevada. En estas situaciones puede aparecer tensión como resultado. Esta tensión no tiene por qué ser negativa sino que puede poner al organismo en el estado de alerta necesario para desempeñar el trabajo. En muchas ocasiones es como un reto que proporciona aliciente al trabajo, siempre que esta situación no sea la habitual.
Para mejorar estas situaciones de trabajo las intervenciones pueden ser muy variadas. Debería estudiarse el puesto de trabajar para tratar de averiguar si la situación de sobrecarga o de infracarga es habitual o no. En el caso de que no fuera habitual, sería necesario conocer la frecuencia con que se produce el exceso o defecto de trabajo para decidir el tipo de actuación más conveniente.
Si la sobrecarga o infracarga fuese habitual u ocurriera con bastante frecuencia, la actuación se centraría en redistribuir las tareas entre todo el equipo de trabajo de manera que se consiga una alternancia de tareas de distinto nivel de exigencia. Para ello, es conveniente reunir a todo el equipo de trabajo para analizar el desarrollo del conjunto de la tarea asignada al equipo y estudiar nuevas redistribuciones de las tareas. El objetivo es conseguir el equilibrio para todas las personas que conforman el grupo de trabajo.
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