
Un buen día decido montar una consultoría, y me lanzo a la búsqueda de clientes a los que ofrecer mis servicios. Harto de dar vueltas por la ciudad en una infructuosa búsqueda de clientes, decido salir y dar un paseo en mi descapotable por el campo.
Tras varios kilómetros me encuentro a un pastor con un rebaño enorme de ovejas pastando. El pastor estaba apoyado a la sombra de un árbol, aparco el coche y me dirijo hacia él.
– Buenas tardes caballero.
– Buenas, ¿qué se le ofrece?
– ¿Si acierto cuantas ovejas tiene y de que clase? ¿Me daría una?
– Es bastante improbable, pero venga acepto la apuesta.
– Tiene usted 315 ovejas churras y 212 merinas.
– Increíble, ha acertado usted a la primera, adelante coja la oveja que quiera….
Selecciono una de las ovejas u cuando voy hacia el coche, el pastor reclama mi atención.
– Si yo adivino su profesión, ¿me devuelve la oveja y cien euros?
– De acuerdo.
– Es usted un consultor aficionado.
– ¿Como lo ha sabido?
– Porque ha llegado aquí ofreciéndome un servicio que no he solicitado; me cobra por darme una información que yo ya tenía, y es aficionado porque no tiene ni idea de este campo.
– ¿Porqué dice que no tengo ni idea?
– Porque pudiendo escoger cualquiera de las 527 ovejas, se ha llevado al perro.