
La salud mental en el lugar de trabajo es un tema cada vez más relevante y crucial en la sociedad y en las empresas. Las condiciones laborales, los desafíos y las presiones que enfrentan los empleados en sus trabajos pueden afectar su bienestar mental y emocional. Como resultado, se ha vuelto cada vez más importante para las empresas implementar políticas y programas que aborden la salud mental en el lugar de trabajo y fomenten un entorno laboral saludable y seguro.
Los problemas de salud mental pueden afectar negativamente a la productividad, el rendimiento y la satisfacción laboral de los empleados. Por lo tanto, es importante que las empresas tomen medidas para identificar y abordar los problemas de salud mental de sus empleados, ofreciendo recursos y apoyo para mejorar su bienestar emocional y psicológico.
Este enfoque en la salud mental en el lugar de trabajo se ha convertido en una prioridad para muchas empresas, ya que la pandemia de COVID-19 ha aumentado los desafíos y el estrés en el lugar de trabajo. La incertidumbre económica, la inestabilidad laboral, el trabajo remoto y la falta de interacción social han creado nuevos desafíos y presiones que pueden afectar la salud mental de los empleados.
Este master se centra en explorar los diferentes enfoques, políticas y programas para abordar la salud mental en el lugar de trabajo. A través de una combinación de teoría y práctica, se analizarán las mejores prácticas para identificar, prevenir y abordar los problemas de salud mental en el lugar de trabajo.
Al finalizar este master, impartido por el Instituto de Seguridad y Bienestar Laboral, los participantes tendrán los conocimientos y herramientas necesarias para implementar políticas y programas efectivos de salud mental en el lugar de trabajo, apoyar a sus empleados y mejorar su bienestar emocional y psicológico.
Cerca del 60% de la población mundial trabaja. Todos los trabajadores tienen derecho a un entorno laboral seguro y sano. El trabajo decente apoya la buena salud mental y proporciona lo siguiente:
- un medio de vida;
- un sentido de confianza, propósito y logro;
- una oportunidad para las relaciones positivas y la inclusión en una comunidad; y
- una base para establecer rutinas estructuradas, entre muchos otros beneficios.
Para las personas con problemas de salud mental, el trabajo decente puede contribuir a la recuperación y a la inclusión, y mejorar la confianza y el funcionamiento en la sociedad.
Los entornos de trabajo seguros y sanos no solo son un derecho fundamental, sino que también tienen más probabilidades de minimizar la tensión y los conflictos en ese ámbito y mejorar la fidelización del personal, así como el rendimiento y la productividad laborales. Por el contrario, la falta de estructuras efectivas y apoyo en el trabajo, especialmente para quienes viven con trastornos mentales, puede afectar la capacidad de las personas para ser eficaces y disfrutar con su trabajo, menoscabar la asistencia de las personas al trabajo e incluso impedir que, para empezar, obtengan un trabajo.
Riesgos para la salud mental en el trabajo
Los riesgos para la salud mental en el trabajo, también denominados riesgos psicosociales, pueden estar relacionados con el contenido o el horario del trabajo, las características específicas del lugar de trabajo o las oportunidades de desarrollo profesional, entre otras cosas.
Los riesgos para la salud mental en el trabajo pueden incluir los siguientes:
- insuficiencia de capacidades o su empleo insuficiente en el trabajo;
- cargas o ritmo de trabajo excesivos, falta de personal;
- horarios excesivamente prolongados, antisociales o inflexibles;
- falta de control sobre el diseño o la carga del trabajo;
- condiciones físicas de trabajo inseguras o deficientes;
- cultura institucional que permite los comportamientos negativos;
- apoyo limitado por parte de colegas o supervisión autoritaria;
- violencia, acoso u hostigamiento;
- discriminación y exclusión;
- funciones laborales poco definidas;
- promoción insuficiente o excesiva;
- inseguridad laboral, remuneración inadecuada o escasa inversión en el desarrollo profesional; y
- demandas conflictivas para la conciliación de la vida familiar y laboral.
Más de la mitad de la fuerza laboral mundial trabaja en la economía informal (2), donde no hay protección regulatoria en materia de salud y seguridad. Con frecuencia, estos trabajadores operan en entornos laborales inseguros, durante largas horas, con escaso o nulo acceso a protecciones sociales o financieras, y se enfrentan a la discriminación, todo lo cual puede redundar en detrimento de la salud mental.
Aunque pueden los riesgos psicosociales pueden encontrarse en todos los sectores, algunos trabajadores tienen más probabilidades de estar expuestos a esos riesgos que otros, por la labor que realizan o los entornos en que se desempeñan y la manera de hacerlo. Los trabajadores de la salud, humanitarios o en situaciones de emergencia a menudo tienen que realizar tareas que conllevan riesgos elevados de exposición a eventos adversos, lo que puede afectar negativamente a su salud mental.
Las recesiones económicas o las emergencias humanitarias y de salud pública provocan riesgos como la pérdida de empleos, la inestabilidad financiera, la reducción de las oportunidades de empleo o el aumento del desempleo.
El lugar de trabajo puede constituir un entorno que amplifique problemas generales que afectan negativamente a la salud mental, incluidas la discriminación y la desigualdad basadas en factores como la raza, el sexo, la identidad de género, la orientación sexual, la discapacidad, el origen social, la condición de migrante, la religión o la edad.
Las personas con trastornos mentales graves tienen más probabilidades de ser excluidas del empleo, y de ser objeto de trato desigual cuando están empleadas. Permanecer sin trabajo también representa un riesgo para la salud mental. El desempleo, la inseguridad laboral y financiera y la pérdida reciente del empleo son factores de riesgo de intento de suicidio.