
El uso cotidiano de la voz no tiene porqué ocasionar problemas disfónicos ni patologías asociadas. Hablar es una actividad natural. Pero su uso mantenido durante horas, muchas veces en condiciones adversas, puede dar lugar a sobresfuerzos innecesarios que ocasionarán disfunciones y patologías orgánicas. Hablar prolongadamente, es- pecialmente en un contexto laboral, precisa de un buen equilibrio psicológico y neurovegetativo, una regulación hormonal correcta, un estado de salud general y laríngeo satisfactorio, un control auditivo suficiente, un gesto corporal y vocal apropiados, así como unas condiciones de trabajo, materiales y ambientales adecuadas.
Ante todo, una buena técnica vocal atenúa los riesgos y mejora la eficacia en la emisión de la voz. Sin embargo, muchos de los conocimientos necesarios para este fin no son evidentes ni intuitivos. Es por tanto necesario diseñar una formación específica que conciencie sobre el complejo funcionamiento de la voz, permita a la persona expuesta reconocer los factores de riesgo individuales y del entorno, desarrollar las capacidades y habilidades que le permitirán realizar correctamente las tareas que le sean encomendadas y evitar la aparición de lesiones en el órgano fonador.