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Experiencias como el Total Worker Health® se constituyen como una estrategia de integración de la salud ocupacional, la protección de la salud y la promoción de la salud. Está realidad tiene una dimensión mayor. A nivel mundial, los principales factores de mortalidad global son la hipertensión arterial (12,8%), el tabaquismo (8,7%), la diabetes (5,8%), la inactividad física (5,5%), así como el sobrepeso y la obesidad (4,8%). En el marco de los países desarrollados son el tabaquismo (12,2%), la hipertensión arterial (10,9%), el consumo de alcohol (9,2%) la dislipemia (7,6%) y el exceso de peso (7,4%) los principales factores de salud. Respecto a la siniestralidad, se está rompiendo la tendencia descendente que veníamos experimen-tando estos años de crisis. El absentismo laboral está dando un giro al alza si analizamos el pasado ejercicio 2014 en relación al 2013. En especial, destaca cómo el absentismo por enfermedad ha aumentado en 4,94 días en el último año. ¿Vivimos un cambio de tendencia? El tiempo nos dirá si las buenas prácticas realizadas, o la inactividad en otros casos, en época de crisis han tenido su efecto positivo. El control exhaustivo de las cifras de siniestralidad y de las ausencias por motivos de salud sólo per-mite detectar casuística, pero no permite extraer conclusiones que permitan mejorar estos resul-tados. Surge, por tanto, una necesidad de cambio de rumbo en la orientación de los recursos que se ponen a disposición de las empresas para mejorar las condiciones productivas de sus procesos. Tradicionalmente, los programas de seguridad en el lugar de trabajo y los programas de salud (en las empresas donde existían), han estado segregados, con enfoques y objetivos independientes. Los pro-gramas de protección se han centrado básicamente en la seguridad, reduciendo la exposición a los fac-tores de riesgo que se presentan en el propio lugar de trabajo. Este enfoque utilizado hasta ahora por la mayoría de las empresas, y basado en la mejora de las condiciones de seguridad de los puestos de trabajo para evitar el daño, no es suficientemente eficaz para paliar el empeoramiento de las cifras de absentismo laboral. Y los programas de promoción de la salud en el lugar de trabajo, allá donde exis-tían, se han centrado casi con exclusividad en los estilos de vida extra-laborales que ponen en riesgo la salud. Un mayor saber científico apoya la eficacia de combinar ambos esfuerzos hacia intervenciones que integren la protección de la salud y los progra-mas de promoción de la salud. Experiencias como el Total Worker Health® se constituyen como una estrategia de integración de la salud ocupacional (OH) y la protección de la salud (HProt) con la pro-moción de la salud (HProm), encaminada a prevenir daños y molestias de la salud y lograr mejorar la salud y el bienestar de las personas. Este espacio de incertidumbre sobre la validez de los postulados con los que se viene trabajan-do años y años, nos permite introducir un nuevo enfoque de gestión, que fomente la presencia, en detrimento del control parametrizado de la au-sencia. Resulta interesante mencionar el enfoque novedoso, aunque de nuevo no tiene apenas ya que surge en los años 70. Aaron Antonovsky, un médico-sociólogo nacido en Estados Unidos comenzó a desarrollar el modelo salutogénico. Este modelo influyó en el pensamiento de los médicos y científicos del comportamiento por su explicación de los factores que forman las bases de la salud humana. Antonovsky criticó el modelo tradicional patogénico (salud-enfermedad), en el que las condiciones de salud y enfermedad son por lo general mutuamente excluyentes. En su lugar, propuso entender la salud como un continuo de salud-enfermedad. En este continuo identificó dos polos: el bienestar (salud) y el ma-lestar (enfermedad). Según Antonovsky no es po-sible que un organismo vivo logre ninguno de los extremos de este continuo, bien la salud perfecta o el estado completo de enfermedad. En la salud, como en la enfermedad, existen diversos gra-dos de afectación y no debería ser tratada como una variable dicotómica. En este sentido, toda persona tiene alguna parte insalubre, a pesar de que pueda percibirse a sí misma como saludable. Reflejo de ello, es que el 63,2% de la población trabajadora española estima su estado de salud 8 //


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