
Mens sana in corpore sano, dice la cita latina –de las Sátiras de Juvenal– que tanto usamos y a la que no siempre hacemos caso. En los países desarrollados se vive una época engañosa: todas las comodidades posibles para personas que por ello viven en el más insano sedentarismo, un estilo de vida que perjudica al cerebro y al corazón. Una investigación de la Universidad del Estado de Wayne (EE UU) muestra cómo un estilo de vida sedentario altera ciertas neuronas y cómo su funcionamiento no sólo afecta al cerebro sino también al del corazón.
El trabajo científico, publicado en The Journal of Comparative Neurology, se ha realizado en ratas de laboratorio pero sus autores creen que los resultados son trasladables a los seres humanos. Estos resultados explicarían que el sedentarismo se encuentre entre los mayores males de la sociedad actual. En los últimos años se han presentado estudios que confirman cómo los ejercicios que mantienen en forma al cerebro pueden dar lugar a la formación de nuevas células cerebrales e inducir otros cambios que disminuyen los riesgos de demencia. Pero también la actividad física ayudará al cerebro a mantenerse en forma y a evitar que los atractivos del sofá contrarresten el ejercicio mental. Lo mejor será planificar el ejercicio: sentarse con papel y lápiz a crear un plan para mantener sano el cerebro puede ayudar. De igual modo, pueden fijarse apartados en los que actuar como: entrenamiento mental, nutrición, ejercicio físico o métodos de relajación.
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