
Desafección. La terrible palabra de moda. Tal y como han demostrado las recientes elecciones europeas, los españoles tienen desafección de su clase política porque no atiende a los problemas de los ciudadanos, a los problemas reales, sino a los propios. Pero también tienen desafección de las empresas. De hecho, solo uno de cada ocho empleados encuestados por Deloitte declara estar comprometido con la compañía para la que trabaja. La razón, exactamente la misma. Existe una brecha gigantesca entre los intereses de los dirigentes de las organizaciones y los de sus plantillas, que la crisis y los enormes sacrificios que se han pedido al personal de base ha agudizado.
No hay más que ver qué es lo que contestan los trabajadores cuando se les pregunta. Siete de cada diez afirman que su escaso compromiso con la organización se debe a la falta de proyecto empresarial y a que los jefes dicen una cosa y hacen otra. Seis de cada diez piensan, además, que la compañía no aprovecha sus capacidades, y más de la mitad de ellos creen que tampoco les ofrece posibilidades de progreso profesional. Aunque, cuando se encuesta a los jefes, ven la paja en el ojo ajeno. Los directores de recursos humanos saben que la primera causa de fracaso en las empresas es la hipocresía de los dirigentes, quienes, sin embargo, creen que decir algo y hacer lo contrario es solo la octava causa de los fallos. ¿Por qué están las plantillas desmotivadas?