
Una sentencia dictada por el juzgado de lo Social número cinco de Donostia ha reconocido por primera vez como enfermedad profesional la sordera de un instrumentista de orquesta sinfónica, concretamente un violinista, por su exposición a un nivel de sonido superior a 80 decibelios durante su jornada laboral.
La jueza condena a la mutua a abonar una indemnización 2.990 euros al concertista, y a las otras demandadas a aceptar la declaración de la afección de lesiones permanentes no invalidantes sufridas a causa de las características del trabajo del violinista.
La sentencia considera probado que el intérprete padece una hipoacusia neurosensorial en ambos oídos que le ha producido una disminución en la audición en frecuencias conversacionales y agudas, así como zumbidos y sensación de inestabilidad.
Fuente: Noticias de Guipuzkoa