
Enrique Dans nos habla en su blog sobre los “horarios de trabajo en la era de la ubicuidad“. La práctica de establecer horarios de trabajo rígidos proviene de la Revolución Industrial, cuando el desarrollo de una amplia variedad de trabajos requería el acceso a maquinaria específica que solo podía ser ubicada en los centros de trabajo. Para optimizar el nivel de ocupación de dichas máquinas y, por tanto, la productividad obtenida, el trabajo se organizó en función del acceso a las mismas, condicionando la otra variable, el tiempo de los empleados, considerado como más flexible. La organización en turnos de trabajo o la evolución de las jornadas de trabajo (gracias en gran medida a las sucesivas reivindicaciones sindicales) llevó al establecimiento de una jornada de cuarenta horas semanales, que en muchos países se organiza típicamente de nueve de la mañana a cinco de la tarde con una breve pausa para comer. En países latinos, suele incluir una pausa para comer más amplia y un horario de salida posterior, aunque también en esto existen amplias variaciones. ¿Quieres saber más?