
Empleados que viven anclados en el hábito y en una rutina que no les motiva pueden ser tóxicos para el resto del equipo. Su actitud es contagiosa.
Te suena esta imagen: un compañero de trabajo paseándose tranquilamente por la oficina con la cabeza baja para evitar el contacto visual, arrastrando los pies y ocupado en su smartphone. Si la respuesta es sí seguramente te hayas topado más de una vez con un walking work, o lo que es lo mismo un zombie de oficina.
Estos personajes son bastante habituales en la fauna laboral y, al contrario de lo que pueda parecer, en los últimos años su presencia ha aumentado bastante en algunas organizaciones pues, según explica Montse Ventosa, presidenta de Truthmark, “hay personas que piensan que de esta manera pasarán desapercibidos, lo que les salvará en el caso de que haya un proceso de reorganización”. Están en su salsa, asegura Paco Muro, presidente de Otto Walter, quien asegura que las épocas de crisis atraen a los zombies: “Pesimismo por todas partes, momentos duros, reducciones de personal, reestructuraciones y un largo etcétera. Qué mejor clima para un muerto viviente. En este entorno es donde mejor se puede captar adeptos para su club de tristes”. Ampliar informacion
Fuente: Expansión
Imagen CC por fusky