
Este artículo surge fruto del debate entre las firmantes, tras la asistencia a la presentación de los resultados de la mesa “Vigilancia de la salud y medicina del trabajo” del XXXIV ENSHPO Meeting AEPSAL y expone una perspectiva exclusivamente operacional, no sanitaria, de las autoras
Nos ha llamado la atención especialmente un hecho recogido en el informe y es “la falta de profesionales sanitarios especialistas en Salud Laboral, con la premisa de que en un plazo corto esta falta se verá incrementada ante la jubilación de los actuales especialistas”. Según el Observatorio del sector de los Servicios de Prevención “el 79,03 % de los médicos especialistas en Medicina del Trabajo tiene más de 50 años, y el 46,4 % más de 60 años. Hablamos de una población de 5.962 profesionales. Continúa citando el mismo Observatorio: “Del total de 149 plazas MIR acreditadas en Medicina del Trabajo en las distintas Unidades Docentes distribuidas por las CC.AA., y según información contenida en la Orden SCB/947/2018, de 7 de septiembre, se puede observar que en la convocatoria MIR 2018-2019, el total de plazas ofertadas asciende a 65 en todo el territorio nacional, muy lejos no obstante de las previsiones contempladas en las propias Unidades Docentes…”.
Simplemente, los médicos del trabajo se jubilan y no existe reemplazo. Este hecho incuestionable no tiene una única causa; tenemos, por una parte, una indudable falta de previsión por parte de la Administración que no sabemos si es buscada o encontrada pero también tenemos una falta real de demanda por parte de los egresados de las Facultades de Medicina por cursar esta especialidad.
¿A qué se debe esta falta de vocaciones, pese a tratarse de una actividad con buenas condiciones económicas y horarias?
- En primer lugar, existe desconocimiento sobre la existencia, los contenidos y objetivos de la especialidad por parte de los estudiantes de Medicina; no se le dedica ningún epígrafe de ninguna asignatura durante la carrera y es difícil elegir lo que se ignora.
- En segundo lugar, el colectivo de pacientes a los que se va a atender es en su grandísima mayoría población sana, por lo tanto, se considera una especialidad “poco clínica”. Un médico tiene la vocación de combatir la enfermedad, de curar. Y ejerciendo esta especialidad ocurrirá en contadas ocasiones.
- La protocolización del trabajo hace que no deje mucho margen al profesional. No es a priori una especialidad muy creativa y cuando se detecta un hallazgo, debe remitirse el caso al especialista correspondiente con lo que también limita la relación médico-paciente.
- Una causa más estaría relacionada con el hecho de que el ejercicio profesional va a producirse en la mayoría de los casos en SPAs, con lo que existe una percepción de que los profesionales pueden estar sometidos a ciertas indicaciones acerca de la conveniencia de que los trabajadores sean considerados aptos en general o de no realizar pruebas complementarias que puedan generar costes adicionales, pudiendo sentir amenazada la independencia del especialista en algunos casos.
En todo caso, en esta reflexión pretendemos generar debate en torno a una serie de propuestas para resolver la situación indicada de falta de profesionales que en el corto plazo debe ser abordada.
¿Cómo reaccionar ante esta situación, que impide el adecuado cumplimiento del artículo 22 de Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de Prevención de Riesgos Laborales y afecta al derecho a la vigilancia de la salud de los trabajadores?
Nuestras propuestas son diversas y no necesariamente conectadas entre sí. Son pistas que dejamos en el camino por si a alguien sirven de ayuda, basadas en nuestra experiencia, en nuestras conversaciones con profesionales del sector, en nuestra intuición y con las mejores intenciones.
Por un lado, pensamos que corregir lo que nosotras denominamos el “pecado original” de la prevención es complicado en la coyuntura actual; esto pasaría por devolver la actividad preventiva a las Mutuas de Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales de la Seguridad Social y que la ejercieran con cargo a cuotas, de manera que no estaría sometida a las tensiones comerciales del mercado.
Pero dejemos a un lado la utopía.
Por otro lado, planteamos una opción que sería que la vigilancia de la salud en general y, la valoración de la aptitud de los trabajadores en particular (que al fin y al cabo es lo que demanda a día de hoy el cliente, seamos realistas) se pudieran obtener del sistema público de salud, concretamente de nuestro médico de cabecera. Podríamos diseñar un traslado progresivo de la actividad a medida que el sector se vaya quedando sin profesionales especialistas. Y la financiación sería igual a la actual, es decir, las empresas pagarían una cuota a la Seguridad Social en función de la cantidad de trabajadores que tuvieran dados de alta y un precio por reconocimiento y pruebas complementarias, analíticas específicas, etc. en función del protocolo y del criterio médico. Eneste caso sería imprescindible el refuerzo de las plantillas de atención primaria, sin embargo,el resultado consideramos que sería positivo en varios aspectos:
- Se reducirían los costes ya que obviamente los derivados de las gestiones por especialistas son mayores y los costes estructurales del sistema público de salud ya están presupuestados en todo caso.
- De manera indirecta, se produciría una mejor gestión de la salud de la sociedad en general, ya que el médico de atención primaria dispone de una visión integral de cada paciente, al considerar no solo su entorno laboral, sino también el familiar y social. En este punto siempre nos parece interesante recordar el caso de las esposas de trabajadores afectas por asbestosis por lavar la ropa de trabajo en el hogar, ¿es posible que una visión de conjunto de la salud familiar hubiese detectado precozmente el problema?
- Las y los trabajadores autónomos dejarían de estar fuera de este sistema.
Otra opción, mucho más arriesgada e innovadora, pasaría por asumir que, según los datos disponibles, la detección de patologías relacionadas o no con el trabajo en los reconocimientos médicos laborales que realizamos hoy día en los servicios de prevención es reducida y que, por lo general, estos exámenes de salud están muy protocolizados; entonces ¿por qué en todos ellos debe actuar un médico especialista en medicina del trabajo? Nuestra propuesta esque profesionales sanitarios,que bien pudieran ser médicos de familia o profesionales de la enfermería con una cualificación,pudieran realizar el examen de salud y que la intervención del médico del trabajo se limitara a aquellos casos en los que pudiera haber dudas o sospechas de patología, del mismo modo que las matronas atienden los partos y únicamente intervienen en aquellos que se complican obstetras y/o ginecólogos.
Esta propuesta no es inédita; es conocido el modelo de VS canadiense en el que trabajador realiza una declaración inicial sobre su estado de salud y es la figura del enfermero quien la revisa y decide si es necesaria la evaluación por parte del médico especialista (del trabajo o no), y el modelo australiano en el que es el médico especialista quien determina la batería de pruebas a que debe someterse el trabajador, pero su ejecución es llevada a cabo por personal de enfermería o incluso puede requerirse la participación activa del trabajador, como en el caso de la autobservación en el caso de determinadas patologías (dérmicas, por ejemplo).
Por supuesto todos los profesionales sanitarios implicados deben contar con formación en materia de PRL para poder interpretar y extraer de las EVR aquello que les resulte relevante para determinar los protocolos específicos que, en todo caso, estarían diseñados para ser implementados en todas las CCAA. En este caso es procedente reforzar el Grupo de Trabajo de Salud Laboral de la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (CISNS) y el Pleno de la Comisión Nacional de Salud y Seguridad para el establecimiento de estos protocolos de VS. Recordemos que las competencias sanitarias están transferidas a las diferentes comunidades, lo que ha provocado desigualdades en el acceso a la salud en función del territorio.
En nuestras propuestas prima, sobre todas las cosas, el interés por la salud y el bienestar de las personas y de la sociedad en su conjunto. Disponemos de un sistema sanitario público reconocido internacionalmente, en el que (pese a todo) se potencia la cercanía y el establecimiento de lazos de confianza con los pacientes a través de la figura del médico de cabecera ¿por qué desaprovecharlo? La salud es algo tan preciado que no debemos dejarla a merced de los vaivenes del mercado.
Fuentes:
- Mesa de trabajo: ““Vigilancia de la salud y medicina del trabajo” del Memorándum Consolidado fruto del XXXIV ENSHPO Meeting AEPSAL. 2018.
- Carta remitida a todas las Consejerías de Salud de las Comunidades Autónomas y a la Dirección General correspondiente del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, por el Observatorio del sector de los Servicios de Prevención.
- “Guía de Benchmarking de Vigilancia de la Salud”. Dr. Jordi Schlaghecke Gras y Dra. María José López Jacob. 2019.
- Libro Blanco de la Vigilancia de la Salud para la Prevención de Riesgos Laborales. Ministerio de Sanidad y Consumo. 2004.
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