Los expertos recomiendan que dividamos las 24 horas del día en tres partes: 8 horas para descansar, 8 horas para trabajar y 8 horas para vivir (pareja, familia, amigos, deporte, aficiones, alimentación, salud, etcétera).
Vamos a ponernos manos a la obra y a revisar qué hacemos cada día en el lugar de trabajo, mejorar lo que nos puede perjudicar y conseguir proteger y favorecer nuestra salud, física, emocional y mental. Recopilamos algunas claves:
- Poner el despertador con tiempo es una buena solución para no estresarnos antes de llegar al trabajo. No debemos apurar el tiempo o dejar la función “snoze” para que suene varias veces. Los estudios demuestran que las personas que se levantan al primer toque de despertador están más despiertas y rinden más. Además, hay que levantarse con tiempo suficiente para ducharnos, desayunar y organizar las cosas antes de ir a trabajar.
- Empezar el día con 5 minutos de reflexión. Las personas que meditan a primera hora de la mañana tienen un sistema inmune más eficiente frente a las infecciones y mejor control de la ansiedad, depresión, estrés, etc. Se recomienda aprender algún método que nos ayude a relajarnos y empezar bien el día. La meditación es el más recomendable, pero también podemos practicar la respiración, el saludo al sol de yoga, una tabla de 10 minutos de Pilates, estiramientos y hasta ejercicios de rehabilitación si tenemos alguna lesión. Siempre que tengamos un buen control de la respiración vamos a beneficiarnos con esta forma activa de empezar el día.
- Hacer ejercicio antes de ir a trabajar hará que descubramos nuevas sensaciones. Correr o nadar 30-45 minutos despertará nuestras neuronas, organizará nuestra mente y nos llenará de energía. Desde Empresas Saludables recomendamos hacer las series a primera hora de la mañana cuando los músculos y las articulaciones están descansados y tenemos energía suficiente para trabajar al máximo. No es necesario hacerlo todos los días, especialmente si lo hacemos en ayunas, pues hay que acostumbrar al cuerpo a hacer ejercicio a diferentes horas.
- No salir de casa sin desayunar lo que necesitamos. Para las personas que madrugan mucho o que nunca han desayunado, es difícil empezar a hacerlo, pero es lo que hay que hacer para tener una jornada laboral productiva y evitar ganar peso. Está totalmente demostrado que las personas que desayunan cada día, al menos el 25% de las calorías diarias, no solo no ganan peso con los años sino que también pierden más cuando están a dieta. Además, el hambre afecta negativamente a nuestro carácter y pueden llegar a crearse conflictos con los compañeros.
- Intentar movernos de camino al trabajo. La mayoría de las personas tienen trayectos al trabajo que podrían hacer andando o en bicicleta y, por comodidad, terminan conduciendo para ahorrar unos minutos, sin darse cuenta de que también están perdiendo salud y una de las mejores oportunidades de encontrar tiempo para realizar una actividad física a primera hora o a última, y para reflexionar y descubrir que hay un mundo ahí afuera, con estaciones, cambios de temperatura, y pequeñas sorpresas cada día. Reconocemos que es difícil salir de la comodidad de los medios de transporte, pero debemos intentar hacerlo al menos un par de veces a la semana. Podemos pensar en el medio ambiente, en el ahorro que supone para nuestro bolsillo o en ponernos en forma. Cuando descubramos el placer de pedalear o andar antes o después de trabajar, encontraremos la manera de hacerlo más a menudo.
- Dedicar los primeros minutos a respirar y organizar el espacio y la agenda del día. Empecemos respirando antes de colocarnos en nuestro lugar de trabajo, bastan 3 respiraciones profundas y conscientes para mejorar la postura, tranquilizar el cuerpo y la mente y así ponernos a priorizar la lista de tareas. Hay que marcar cuándo haremos pequeños descansos, la hora para comer y en qué momento del día haremos ejercicio físico. Nos pondremos un tiempo para cada tarea e intentaremos respetarlo para poder salir a la hora prevista y no alargar la jornada. Los expertos recomiendan empezar el día con lo que menos nos gusta hacer para quitárnoslo de encima cuanto antes.
- Levantar un muro mental contra las personas tóxicas en el trabajo. Están por todas partes y proliferan con la crisis, pero no podemos dejar que nos intoxiquen con sus quejas, mal humor y pronósticos de fatalidad. Dicen los expertos en psicología que basta sonreír a este tipo de personas y acabar sus comentarios con una frase positiva para que pierdan interés en nuestra persona y busquen víctimas a las que arrancar el buen humor o nuevos compañeros tóxicos con los que compadrear.
- Levantarse y andar cada dos horas. Poner la alarma para hacer una parada cada dos horas más o menos, para levantarnos, andar unos pasos, subir escaleras, respirar aire o tomar una comida ligera, preferiblemente con los compañeros de trabajo, no es ninguna tontería. Un estudio holandés encontró que los “coffe-break” de 5-10 minutos cada dos horas aumentaban la eficiencia hasta un 65%, especialmente en los trabajos más estresantes en los que hubo que obligar a algunas personas a dejar lo que estaban haciendo y salir un momento a la sala comunitaria. Curiosamente fue en estos casos donde se vieron los mayores resultados a la hora de terminar los trabajos. Las pequeñas pausas nos permiten recuperar la espontaneidad y creatividad que se genera cuando estamos relajados, que al final es lo que caracteriza a un trabajador brillante con un cumplidor.
- No saltarnos la comida. Es importante respetar la hora de la comida y seguir un horario regular pues nuestro cerebro y nuestros músculos necesitan glucosa, y las rutinas a la hora de comer son claves para alimentar las células y evitar picoteos y ataques de ansiedad. Mejor hacer una parada, cambiar de escenario y comer fuera de nuestro lugar de trabajo, preferiblemente con nuestros compañeros.
- Dejar las tareas menos prioritarias para después de comer. En general, somos menos eficientes después de comer porque la digestión requiere energía y la hora de la siesta está en nuestros genes. Así no es fácil concentrarse en tareas difíciles, pero podemos organizarnos para despachar los correos no urgentes o los trabajos que no requieran mucha atención.
- Aprovechar el trayecto para poner el punto final a nuestra jornada laboral. Podemos seguir una rutina para hacer revisión del trabajo, apuntarnos lo que debemos hacer al día siguiente y olvidarnos de obligaciones. Disfrutar de la sensación del deber cumplido si ha salido todo bien, y no amargarnos ni amargar a los nuestros al llegar a casa si no ha sido un buen día.
- Dormir sin estrés. Dedicaremos unos minutos a hacer ejercicios de relajación o respiración antes de dormir para descansar profundamente. Hacer una rutina como tomar un vaso de leche caliente, ducharnos o tomar un baño, leer o escuchar música, oír la radio, contar un cuento a los niños, etc., nos ayudará a conciliar el sueño dejando el estrés a un lado.
- No usar pantallas electrónicas antes de dormir. La iluminación de las pantallas disturba el proceso natural del sueño. Debemos apagar todo, dejar que se recarguen fuera de nuestro dormitorio pues siguen emitiendo ondas cuando están encendidos. Disfrutemos de nuestro dormitorio y no nos olvidemos que dormir es una necesidad fisiológica que no podemos eliminar como seres vivos.