Parar la actividad en una fábrica con un cartel es posible.
Si hay que hacerlo se hace.
Sin levantar la voz.
Te cuento.
Máquina de tallado de vidrio del año antaño maricastaña.
4 ó 5 generaciones de currelas pasaron por ella.
Acceso a partes móviles. Sin protecciones.
Las pocas que había, puenteadas.
Por supuesto, sin paro de emergencia.
Un inmigrante ilegal tiene más papeles que la maquinita.
Más peligro que un gremling en el aquapark
El de PRL a lo suyo.
Blanco o negro.
O arreglamos o retiramos.
Discusión con jefe de producción.
(que quería cumplir con la demanda)
– Hay que retirar esa máquina
– No. Gracias a esa máquina sacamos la faena @**ç$%&#!¡
Conversación con jefe de mantenimiento.
(que no quería salir en la foto)
– Hay que certificar esa máquina.
– No. No me dan la pasta para ello @**ç$%&#!¡
Monólogo del director de operaciones
(que quería cumplir con la demanda y ajustarse al presupuesto)
– Hay que retirar o certificar esa máquina
– No. Tenemos que tener en cuenta los picos de demanda. El consejo no autoriza más inversiones. Tenemos que empatizar y ser conscientes de la situación en la que estamos… Tomo nota y traslado que no utilicen la máquina (ahora que estamos más relajados). Mientras “se pueda”. Analizamos alternativas… Dale una vuelta…
Tres semanas más tarde repunta la faena.
El de producción se empieza a poner nervioso.
Y con nocturnidad y alevosía aparece el cartel.
Máquina no apta para el trabajo.
Señal de peligro de muerte, calavera incluida.
Con fecha, firma y cámaras.
¿Y ya?
Sí.
Un poco de algarabía las primeras horas.
Y ya.
Mira.
Hay personas que solo entienden un camino.
Que creen que la autoridad es una consecuencia.
Que la autoridad viene con el puesto.
Pero cuando cambias de mentalidad, pasan cosas interesantes.
Ojo.
Antes no.
Después.
Algunos piensan que para actuar con determinación es necesario tener autoridad previa, sin embargo, ocurre justo al revés.
Cuando actúas con autoridad, se nota la determinación.
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