
El estrés es un proceso psicológico normal que se origina cuando se presenta una fuerte exigencia y no sabes cómo responder ante ella de forma clara y adecuada. Si ante esa demanda pudieras responder de forma inmediata y eficaz, la situación se resolvería con éxito y no se producirían las consecuencias negativas asociadas al estrés.
En cambio, en caso de que no puedas dar una respuesta rápida y eficaz, tu organismo pondrá en marcha un mecanismo de emergencia general. Los cambios corporales que produce este mecanismo son lo que probablemente conocías como estrés (aunque ya ves que en realidad no son más que una parte del proceso). Con ello, tu cuerpo trata de prepararse para afrontar cualquier tipo de situación problemática.
De lo anterior podemos concluir que un cierto nivel de estrés es necesario para salir con éxito de numerosas situaciones, sin embargo, si la respuesta de alarma se hace demasiado intensa o si se prolonga durante mucho tiempo, el estrés puede pasar de ser un mecanismo adaptativo a ser un serio problema de salud.
En las situaciones de tráfico, las manifestaciones del estrés suelen ser inútiles, contraproducentes y aumentan los riesgos para la seguridad.
Por ejemplo, si te encuentras en un atasco y tienes mucha prisa, puede que desarrolles una respuesta de estrés: aumentará tu tensión arterial, tu tasa cardíaca y el tono muscular. Sin embargo, nada de esto te ayudará a salir del atasco, sino, como mucho, a empeorar la situación con un comportamiento impulsivo o agresivo.
¿Cómo afecta el estrés a la conducción?
El proceso del estrés se divide en tres fases: reacción de alarma, fase de resistencia y fase de agotamiento. Cada una de ellas afecta a la conducción de una determinada manera, aunque en general destacan las alteraciones en tu comportamiento: agresividad, hostilidad, competitividad, impaciencia, impulsividad, menor prudencia, conductas temerarias y menor respeto a las normas.
1.- Reacción de alarma
En esta primera etapa, tu organismo moviliza una gran cantidad de energía y se adapta para poder hacer frente a la situación que ha desencadenado el estrés:
- Tu cuerpo se prepara para obtener la máxima fuerza y velocidad de los músculos. Por ejemplo, aumentan los niveles de adrenalina y de glucosa en sangre y se incrementa la tasa cardíaca, la tensión arterial, el tono muscular y la respiración.
- Tu mente se prepara para procesar mejor la información más relevante. Por ejemplo, centras tu atención directamente sobre el estresor, desatendiendo cualquier otro tipo de información del ambiente. Es por ello que la percepción, la atención, la memoria y la toma de decisiones se ven alteradas.
En principio, todos estos recursos no deberían tener efectos negativos para la conducción, ya que tu organismo se encuentra en alerta y preparado para actuar. Sin embargo, no olvidemos que la respuesta de estrés no es la más adecuada a las situaciones de tráfico.
Por ello, pueden aparecer en esta primera etapa del estrés una serie de comportamientos inadaptados y peligrosos para la conducción.
Efectos:
- Tu comportamiento puede ser más competitivo, agresivo u hostil, lo que puede dar lugar a provocaciones al resto de los conductores.
- Puedes reaccionar con impaciencia e impulsividad, lo que hace que tiendas a aumentar la velocidad y a cometer graves errores en la toma de decisiones, además de disminuir la capacidad de anticipación a los eventos del tráfico.
- Puede que actúes de forma más imprudente o incluso temeraria, lo que se acompaña de una menor percepción del riesgo y una mayor tolerancia al mismo.
- Tendrás un menor respeto a las normas de circulación y a la convivencia en el tráfico.
2.- Fase de resistencia
Tu cuerpo no puede mantenerse en un estado de alarma durante demasiado tiempo. Si la situación de estrés se prolonga, llegará un momento en que tu organismo deberá compaginar la exigencia que representa la fuente del estrés con todas las demás funciones corporales y las actividades diarias.
En consecuencia, las respuestas físicas y psíquicas del estrés se mantienen, aunque de una forma menos intensa que en la primera fase. El resultado de ello es un desgaste excesivo, apareciendo en esta etapa muchos de los problemas de salud característicos del estrés, como los dolores de cabeza o los trastornos digestivos. La conducción en esta fase también puede ser peligrosa.
Efectos:
- Pueden aparecer las mismas alteraciones que comentábamos para la fase de alarma, aunque quizá con una menor intensidad: agresividad, hostilidad, competitividad, impaciencia, impulsividad, menor prudencia, conductas temerarias y menor respeto a las normas de circulación.
- Es frecuente también observar una menor tolerancia a la frustración, por lo cual, cualquier pequeña contrariedad que se dé en el entorno del tráfico puede alterarte más de lo que sería esperable.
3.- Fase de agotamiento
Si la situación que provoca el estrés se prolonga en el tiempo, acabarás sintiendo un profundo agotamiento. Es en este momento cuando se manifestarán muchos de los problemas del estrés, alterándose gravemente tu calidad de vida y apareciendo con frecuencia problemas sociales, familiares y laborales:
- El sistema inmunitario se debilita, por lo que aumenta el riesgo de contraer enfermedades infecciosas.
- Las alteraciones en el sistema circulatorio acaban por incrementar las posibilidades de sufrir algún tipo de trastorno cardíaco, especialmente el infarto.
- Es frecuente la aparición de trastornos digestivos, entre los que podríamos destacar las úlceras.
- Son habituales los dolores, especialmente los musculares y las migrañas.
- Aparecen trastornos del sueño, entre los que destacan las dificultades para conciliar el sueño.
- La fatiga aparece con mucha rapidez y es muy intensa, lo que afecta gravemente al rendimiento en cualquier tipo de tarea.
- Además, a nivel cognitivo, suelen experimentarse alteraciones del estado de ánimo (por ejemplo, tristeza), irritabilidad, agresividad, impulsividad, dificultades para concentrarse y olvidos frecuentes, entre otras muchas.
En relación a la conducción de vehículos, es importante destacar que durante esta última etapa de agotamiento el organismo experimenta un claro deterioro en el rendimiento, por lo que la circulación se puede volver muy peligrosa.
Efectos:
