
Detecta las vibraciones en la punta de los dedos, unos microchips las almacena y, como respuesta, ordena al guante que se ponga más o menos rígido según la frecuencia e intensidad de los temblores. Con la mano, ya domada, la persona con Parkinson -160.000 en España-podrá llevarse a la boca un vaso de agua sin riesgo de mojarse, leer un libro o cepillarse los dientes. El invento, en trámite de patente para su comercialización, es fruto de la imaginación del bioingeniero Rogelio Bustamante, del Instituto Tecnológico de Monterrey, México.
Está fabricado con tela elástica, trenzada con fibras que se contraen y estiran, y en cada dedo lleva colocados unos microacelerómetros, los cuales tensan o relajan el guante, según las órdenes de un chivato informático minúsculo, instalado en la propia prenda. El prototipo final, ya listo, por fuera se parecerá a un guante corriente. Otra de sus aplicaciones es el diagnóstico de alteraciones nerviosas.
Un ligero temblor, por imperceptible que sea, es suficiente para que el guante reaccione, lo que ayudará, según su creador, a descubrir precozmente el mal de Parkinson, la esclerosis múltiple (entre 30.000 y 45.000 afectados en España) o la corea de Huntington (popularmente, Baile de san Vito, ya que en la Edad Media los afectados se encomendaban a este santo), que hoy padecen unos 4.000 españoles. No es esta la única solución tecnológica para los temblores de las extremidades.
Fuente: El Mundo