Regresar de las vacaciones unos días antes y levantarse temprano para que empezar de forma más gradual y menos brusca ayudan a prevenir el síndrome, así como repartir los días de asueto en el verano para evitar implementar nuevos hábitos y sobre todo, afrontar de forma positiva la vuelta a la rutina.
El síndrome postvacacional no aparece descrito en los libros de Medicina, pero uno de cada tres españoles lo sufrirán en estos días al volver al trabajo, según el último informe realizado por Lee Hecht Harrison, la división de coaching del grupo Adecco. Se sentirán apáticos, faltos de energía, tristes o irritables, tendrán dificultades para conciliar el sueño y, en el peor de los casos, taquicardias, dolores musculares, molestias digestivas o problemas de atención o memoria.
La consultora de Recursos Humanos indica que un 30% de trabajadores se verá afectado por estos síntomas y «una parte importante de ese 70% restante padecerá un cuadro de fatiga o estrés que, aunque no llegue a considerarse crisis postvacacional, sí estará directamente vinculado al cambio de estado entre esos días en los que apenas se tienen responsabilidades y aquellos en los que vuelve el orden y la rutina».
«Es una estimación basada en las experiencias de las 100.000 personas que contratamos al año», explica Margarita Álvarez, responsable de Márketing de Adecco, que subraya cómo este trastorno, que menguó en los años más crudos de la crisis, ha recobrado la fuerza de antaño. «En plena crisis había menos porque la gente agradecía tener un trabajo, pero se ve que enseguida se nos olvida y volvemos a la frustración de antes», dice Álvarez.
El tipo de trabajo y la actitud que se tenga ante el mismo es uno de los factores que explican por qué en España se habla más de este síndrome, según la psicóloga Patricia Francisco San Julián, especialista en Neuropsicología del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) Clínic Madrid. «La vuelta se hace más cuesta arriba en sociedades en las que el trabajo se percibe como una carga que en otras donde es más creativo».
Fue en España donde Ángel Cárcova, del gabinete de salud laboral de CC.OO. de Madrid, acuñó a finales del verano de 2000 el término de «síndrome postvacacional», según cuenta el profesor de la Universidad de Alcalá Iñaki Piñuel. Quince años después, aún no hay consenso en la sociedad científica sobre su naturaleza o incidencia, ni existen estudios relevantes sobre el mismo que perfilen con claridad a cuántos afecta y en qué medida.
Para Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), este trastorno «es más bien un invento moderno de los medios de comunicación».
El estrés, explica, es un proceso normal que activa al ser humano para adaptarse a una nueva demanda. Así, la reincorporación al trabajo tras las vacaciones acarrea estrés porque hay que readaptarse a otros horarios, a otra actividad, a otras responsabilidades y obligaciones. «La mayoría sufre los síntomas que se identifican con el estrés postvacacional, pero normalmente durante poco tiempo y con poca intensidad», asegura este catedrático en Psicología. «Si se prolonga más de una semana ya no es síndrome postvacacional, sino otra cosa», añade.
También Patricia Francisco alerta de que si estos síntomas continúan causando dificultades en la vida de una persona «debería pedir ayuda». Se tardan 21 días en restablecer un hábito, señala. Superado este tiempo, «puede haber un problema de base».
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