Autor: Israel Sánchez Barragán – Doctor en Química con mención de Doctorado Europeo. Máster en Sistemas Integrados de Gestión (SIG). Profesor del Máster en PRL y del Máster en SIG de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
La línea que separa la Ergonomía de la Psicosociología en ocasiones está muy poco definida. Así, procesos de estrés pueden tener influencia sobre la carga física percibida; hay trastornos musculoesqueléticos cuyo origen va más allá de la fisiología corporal; y el concepto de ergonomía como adecuación del trabajo al trabajador supone tener en cuenta igualmente cuestiones del entorno social y la organización del trabajo (factores psicosociales).
De hecho, la posibilidad de diferenciar entre Ergonomía y Psicosociología Aplicada como dos disciplinas independientes es una cuestión que aún hoy en día genera cierta controversia.
Así, hay un sector que considera que no es posible hacer tal diferenciación, de modo que la Ergonomía y Psicosociología Aplicada debe entenderse como una disciplina única e indivisible. En 2012, representantes de la casi totalidad de asociaciones autonómicas de ergonomía firmaron la Declaración de Avilés en defensa de esta indivisibilidad (Llaneza et al., 2012).
Los defensores de esta visión unificada se amparan en la clasificación de la Asociación Internacional de Ergonomía, que diferencia 3 ámbitos o áreas de especialización de la Ergonomía: Ergonomía Física, Ergonomía Cognitiva y Ergonomía Organizacional, de modo que los factores psicosociales están englobados dentro de esta última. Así, el concepto de Ergonomía Organizacional (también denominada Macroergonomía) aborda aspectos psicosociales y representa la ampliación del ámbito de la ergonomía más allá del puesto y condiciones de trabajo hacia variables organizativas que tienen en cuenta estructuras, procesos y sistemas de gestión (Llaneza et al., 2012). Por tanto, al hablar de ergonomía se debería presuponer que también se están teniendo en cuenta cuestiones psicosociales.
Al mismo tiempo, existe otro sector que aboga por una escisión en dos disciplinas independientes. Justifican esta necesidad en varios factores:
– La creación del binomio Ergonomía/Psicosociología ha hecho que la importancia de la Psicosociología se haya ido diluyendo, al centrarse los estudios realizados fundamentalmente en la Ergonomía Física. También ha contribuido que la salud laboral ha sido trabajada fundamentalmente por la Medicina del Trabajo (Leirós, 2009).
– La escasa formación previa en psicosociología de quienes acceden a estudiar un Máster en PRL. Las 100 horas de formación mínima exigidas en el RD 39/1997 no serían suficientes para lograr un conocimiento adecuado de una especialidad tan compleja como la Ergonomía y Psicosociología, pues se dedican unas 50 horas para cada una de estas disciplinas. Igualmente, y posiblemente por esa escasa dedicación temporal, la Psicosociología aplicada a la PRL no se está apoyando en una formación básica en Psicología Social (Francisco López, 2007).
– La personalidad definida de las dos disciplinas (Ergonomía y Psicosociología), la diferente naturaleza de los riesgos ergonómicos y psicosociales y el modo de gestionarlos (Climent, 2004).
– Los primeros borradores de la Ley 31/1995 planteaban una división en 5 disciplinas preventivas, con la Ergonomía y la Psicosociología como especialidades independientes. Así, hay voces que denuncian la actuación de asociaciones profesionales que en su momento ejercieron como lobbies de presión para lograr la unificación Ergonomía-Psicosociología en una única especialidad preventiva (Gutiérrez, 2007).
Mientras que desde el sector unificador se ha llegado a argumentar que la Psicosociología no es una disciplina en sí misma (Botta, 2013), el segundo colectivo considera que ambas (Ergonomía y Psicosociología) son disciplinas independientes (Francisco López, 2007).
Si bien nuestra necesidad intrínseca de crear categorías y asignar etiquetas nos ayuda a comprender nuestro entorno, también es cierto que una excesiva compartimentación nos puede impedir alcanzar una perspectiva más amplia. Así, a pesar de la división de la Prevención de Riesgos Laborales en especialidades establecida por el RD 39/1997, e independientemente de una supuesta escisión en Ergonomía y Psicosociología, debemos ser conscientes de las innumerables interrelaciones entre las diferentes disciplinas preventivas. Si bien un esfuerzo investigador pluridisciplinar sigue siendo posible y deseable, hay que ser capaz de mantener una visión global e integradora, más allá de la fragmentación originada por la legislación vigente.
Referencias:
Botta, N.A. (2013). Todo el mundo sabe lo que es Ergonomía pero no conoce un ergónomo. Safety Blog. Recuperado el 6 de noviembre de 2017 desde http://redproteger.com.ar/safetyblog/?p=9078
Climent, S. (2004). El enfoque preventivo en el área de ergonomía y psicosociología aplicada: dilema reactivo–proactivo. Prevention World. Recuperado el 6 de noviembre de 2017 desde http://prevention-world.com/actualidad/articulos/enfoque-preventivo-area-ergonomia-y-psicosociologia-aplicada-dilema-reactivo-proactivo/
Francisco López, R. de (2007). La cohabitación entre ergonomía y psicosociología en la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. Entre la confusión y la pertinencia. La Mutua, Nº17, 189-237
Gutiérrez, J.M. (2007). Psicosociología para ingenieros. Gestión práctica de riesgos laborales: Integración y desarrollo de la gestión de la prevención, Nº41, 10-11.
Leirós, L.I. (2009). Historia de la Ergonomía, o de cómo la Ciencia del Trabajo se basa en verdades tomadas de la Psicología. Revista de Historia de la Psicología, 30(4), 33-53.
Llaneza, F.J., Sebastián, M.L., Seoane, R., Soler, C., Ribes, J., Martínez, M., Iodate, V. (2012). Declaración de Avilés. Recuperado el 14 de marzo de 2016 desde http://www.preveras.org/docs/documentos/declaracion_de_aviles.pdf
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